viernes, diciembre 21, 2007

Festejos, Scrooge y el Adviento


Durante mis años de vida he sido una gozosa, gozo la buena mesa, el buen cine, la buena bebida (no alcohólica), la buena charla y los buenos amigos, el orden no es relevante, es meramente enunciativo.
Por ejemplificar, mi cumpleaños lo celebro 7 días antes y 7 después, no siento que unas pocas horas (24) me den para festejarme por existir.
Más debo de reconocer que en navidad aún cuando mi predio pudiera ser muestrario de lo último de la producción China de foquitos y adornos ¿ya no se produce nada de navidad en México?, como que esta fiesta ha perdido, en mi percepción, su naturaleza.
Una amiga mía, la cual siempre tiene opinión sobre los temas relevantes de la vida es la socia 001 del Club de Scrooge, a través de los años he ido perdiendo la incredulidad sobre ese hecho dado que he constatado su congruencia entre este tema con los demás temas de su vida, es decir piensa con respecto a esto como a todo lo demás, lo cual filosófica y moralmente es excelente.
Más existen seres primitivos que caen en excesos francamente ridículos en estas fechas, desde la creación de eventos para festejar “la navidad”, donde gente que no se saluda todo el año, peor aún, que todo el año se bloquea y materialmente se gruñe, adoptan su cara de paleta feliz y participan en dichos festejos los cuales pueden llevarse a cabo lo mismo con los compañeros de trabajo, de escuela o de club, pero eso si, con su intercambio de regalo imprescindible.
Eso del intercambio es un elemento para analizarse por si mismo, debido a que son sumamente cuestionables los fines afectivos de la mayoría de las personas que participan en ellos, y tengo mis serias dudas sobre los fines netamente navideños de quienes son los encargados de vitalizar el festejo año con año.
Quisiera proponer dos objetivos para estas fiestas, uno darle sentido real a la época: “El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor”, segundo, darnos un gran abrazo con todos aquellos seres queridos, cercanos o lejanos, de sangre o de vida.
Festejar si, pero darle más relevancia a lo humano que a lo material.
Y el reto mayor consiste en hacerlo durante todos los días del año y no esperar una época específica.
Seamos afectivos, abiertos, asertivos y hasta cariñosos todos los días tanto en el solsticio de verano como en el de invierno.

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