lunes, abril 13, 2009

Muerte Chiquita

Leyendo a mi escritor favorito y cotidiano, Germán Dehesa, éste me abrió los ojos sobre cierto tema:El domingo de Pascua de Resurrección.

Aclarando que es la única fiesta litúrgica que lo anima y que celebra, pues bien sea dicho, creo que es el miembro 001 de los mexicanos salmones de esta patria que van contra corriente, pues no celebran ni pertenecen al inconsciente colectivo de religiones y festividades
que nos caracterizan.

Con esa aclaración, que dicha sea de paso comparto con él, Dehesa reflexiona sobre la belleza del resucitar, pero a las muertes cotidianas, y lo hace de una forma que trataré de comentar.

Pues bien, que nunca había pensado que el dolor del desamor, del desengaño, de la deslealtad o de ausencia provocada por el simple egoísmo de alguien, nos puede causar un dolor y malestar similar a la muerte, es decir morimos un poco cada día.

Y no me refiero a que un plan no me salga, o a un amigo que me dejó plantado, hablo de las cosas importantes momentáneas, esas que sentimos que acabaran con nuestra vida y lo único es que nos nublan la visión y el ánimo, siendo que, como consecuencia, efectivamente nos hacen sentir fatal, nos desgastamos pensando, sufriendo por y en ellas, y al tiempo nos damos cuenta que ni eran relevantes ni valió el tiempo empleado y perdido del cual queda un detalle: el desgaste emocional, ese morir doloroso del momento, la muerte chiquita pues.

En los momentos en que escribo estas líneas se comunica conmigo el veterinario de mi mascota (omito nombre) el cual es un gran médico, pero por sobre todo un gran amigo – aunque se dude esto último por lo que voy a decir - es sin duda, a nivel amistad, un magnífico ser humano, el cual lleva en búsqueda toda su vida, una especie de Indiana Jones del amor y la familia, dicen que: "Infancia es destino" y en su caso, creo que esto hace que la frase siga viva.

Charlando sobre la muerte le decía que yo me niego a los velorios y rezos plañideros, del momento del velorio-funeral, que vivo a plenitud, esperando sacarle jugo al tiempo para decir que hice casi todo lo que quería. 

Obvio que nunca podré leer todo lo que está en espera, ni pintaré o llegaré a más de los 200,000 puntos en ciertas canciones rockeras de mi Guitar Hero, pero sí que se pueda decir que viví a plenitud las etapas que dependieron de mí, porque eventualmente ciertos años de nuestra vida dependen de la familia biológica o reglamentos académico-sociales; lo correcto, para mi, viviendo hacia atrás, es despabilarnos a la edad justa y no seguir atados a ellos después de lo necesario, es decir, el volver más ligero nuestro equipaje emocional y ver y vivir nuestra vida como y al ritmo que nuestra propia conciencia y espíritu nos marquen.

En ese entendimiento, mi veterinario (y lo digo así porque eventualmente me diagnostica) me dijo que le gustaba la idea y que si se iba primero que yo, pues que me encargara de que sus funerales fueran así como se los describía, a lo que le dije: ¡JAMÁS!

Primero porque es mi idea; segundo porque tus circunstancias se prestan a un entierro más cachondo y divertido, que el músico poético mío.

Y aquí mis 9 lectores se preguntarán: ¿Por qué hablamos de funerales?

Y yo les respondo ¿Y por qué no?, si ya hasta extendieron el descuento notarial sobre el testamento para todo el año y no sólo para el mes de septiembre, ¿Por qué morir desorganizados, dejando de paso un empelote a los que se quedan?
Regresando al inicio y como conclusión, hay que definir y determinar entre muerte y muerte chiquita, a la primera esperarla como algo natural que debemos asumir tanto como el nacer, pero eso si, dejando todo a tiro.

Y la otra muerte, esa muerte chiquita cotidiana, la que llevamos dentro, porque alguien nos dijo o nos vio feo; por las consecuencias de decisiones que deberíamos de tomar y no lo hacemos, de las que si tomamos y nos sentimos presionados por sus consecuencias; por el chisme que nos adjudican y que nos desesperamos en esclarecer, cuando quien nos conoce sabe que no podríamos hacer dicho o actuado de manera tal; porque las personas no cumplen como esperábamos; porque el amor nos dice adiós y no queremos asumirlo, sin pensar, que si alguien nos dice adiós es mejor que se vaya, a estar viviendo una mentira y que de paso nos deja libres para encontrarnos a nosotros mismos como máximos amantes de nosotros, y si por ahí cae alguien mejor que la persona que se fue, pues ya tuvimos ganancia.

No dejemos que influyan en nuestro ánimo, no muramos un poco todos los días, pero, si eventualmente esto sucediera, el Domingo de Resurrección es buen momento para resurgir sobre nuestros fueros y vivir a plenitud de una manera mas sana para nuestro espíritu.

Nota:
Pascua de Resurrección
Germán Dehesa
13 Abr. 09

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pangooo en verdad eres vidente o demasiada sabia en estos momentos entre para leer un pokito de la acostumbrada ya doctrina pango como es menester cada domingo y sopas me encuentro con una manera de decirlee cheque si mail a todas aquellas personas que lo unico productivo de sus vidas es cuando no hablan
tienes razon esta ultima semana creo q mori chikititamente unos 6 dias y lo permiti asi que hoy seguire tu consejo para ser mas happy un abrazoteee cuidate y nos vemos por nuestros andares fcanos jajajajaja atte jezzicka

Hijo 001 dijo...

Con relacion al editorial. Desafortunadamente no todos somos suscriptores de dicho periodico y desde que empezaron a cobrar pues ya no podemos disfrutar, la perrada, de las ocurrencias y enseñanzas de German Dehesa.
Saludos y muy de acuerdo con todo lo que escribio anteriormente.

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