domingo, noviembre 15, 2009

La Duda II

Comentario final leído en la mesa panel sobre la película ya mencionada.



En lo personal al crecer y educarme en el entorno de un colegio de monjas, preciso y similar al presentado en la película, puedo recordar que la problemática podría no darse en torno de un niño negro, pero si de una compañera de escasos recursos económicos, quien logra ser becada, para así poder egresar de un buen colegio que le permitiera aspirar a entrar a la universidad.
Vivencias en torno a bromas pesadas o ligeras ironías de jóvenes inmaduras sobre la más débil social y económicamente, que me hacían estremecerme tanto, como al recordar, al oír el sermón del padre, con toda emoción a la religiosa que fue mi directora de secundaria, quien pudo haber protagonizado perfectamente por su inflexibilidad a la hermana Aloysius, pero quien tuvo más visión para guiarnos por nuestra tormentosa pubertad y de quien oí por primera y única vez, hasta esta película, la frase de la almohada de plumas; al recordar esa frase, la cual he repetido innumerables veces a mis estudiantes, me encontré con la trascendencia del respeto a la reputación a los demás, no simplemente como enseñanza ejemplificada dentro de la privacidad de un aula de colegio elitista, sino reflejada más de 30 años después en una película, que nos explota en nuestros propios rostros la amarga realidad de la liviandad eventual con que emitimos juicios de valor sobre la reputación de los demás, por falta de juicio, por deseo de venganza o por simple estupidez.
Nadie en la película tiene toda la razón, ni está totalmente equivocado.
Todos tienen que cambiar y acaban por cambiar.
No hay nada tan absoluto como la pasión de las personas, especialmente por deseo de poder y el poder que da la aparente posesión de la verdad.
Permítanme terminar con un pequeño paso al costado del tema, sólo para contextuar.
Por años se ha cuestionado y se cuestiona en esta facultad, acerca del beneficio y la relevancia de la formación humanística, especialmente del estudio de la ética, insinuando inclusive, que no se puede volver ético a alguien.
Se menciona insistentemente el modelo educativo integral y humanista, más en los hechos se cuestiona, se frena, no se comprende.
Nosotros, los profesores diferentes, respondemos inevitablemente a nuestros cuestionadores que nada puede cambiar la decisión de una persona, ni su instinto, ni su conducta, menos quitarle su libertad de elección, más es imperante que como universitario, el estudiante del área de negocios, este formado en los hechos y dilemas más profundamente humanos, para que en la práctica de su profesión y en su vida misma, conozca el camino de lo que está bien y de lo que está mal, y esté en plenitud de libertad para elegir, y asumir las consecuencias de dicha elección.
Los académicos diferentes, esos locos humanos compañeros de Jaime Sabines, los que compartimos la visión del humanismo como columna vertebral del desarrollo pleno e integral del ser humano, simplemente perseguimos, que mediante la formación humanística se logre que los estudiantes, se cuestionen, reflexionen, acerca de su existencia, acerca de la sociedad y sus retos, y de la participación y responsabilidad, que como universitarios, tienen incuestionablemente.



Pretendemos simplemente enfrentarlos al reto de pensar y sentir, más allá de pretender decirles lo que deberían
pensar y sentir.

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