martes, agosto 24, 2010

Los Sucios

Aunque mi actividad por este medio se ha visto sumamente averiada por diversos eventos laborales y académicos, quiero decirles que I´m here, sigo aunque parezca que me he apagado. Por el contrario ando más prendida, sólo que por otros andares.
En este espacio inicie hace unas semanas una serie de post –que no necesariamente serán escritos de manera continua- que he denominado “Los hijos que amo, pero que no parí”, en el que Fued fue el primero de la serie. Después de ese amplio prólogo, procedo a enfocarme en el tema de este post: Los Sucios. En mi ya amplia estancia en la facultad y después de haber compartido con muchos grupos, ellos, Los Sucios, han sido para mí, el grupo de alumnos más encantador, unido, con una simpatía colectiva, amplio margen de colaboración entre ellos, cariñosos, más dedicados los unos que los otros, pero en una formula muy equilibrada entre el ser, el saber, el tener y el compartir.
Nuestro primer encuentro fue en la clase de Economía 1, ahí con ese margen que te brinda la comunión en el aula, no sólo nos enredamos con la elasticidad e inelasticidad de la oferta o la demanda, sino que pudimos compartir complicidades, como el día que emití uno de mis múltiples desvaríos, comentando que si en el sistema Eco de noticias, Talina Fernández había iniciado un concurso denominado “El Muñeco de Oro”, indicaba yo que, teniendo tantos compañeros en el grupo que reunían características como amabilidad, caballerosidad, simpatía y obvio cierto grado de galanura, era indispensable que realizáramos nuestro propio concurso, en el que únicamente votarían las niñas.

En verdad sigo reconociendo más de una década después, que superaron todas mis expectativas, en unos días, hicieron una pasarela con cajas de refrescos, los jóvenes ensayaron, se los llevaron al Centenario a filmar sus presentaciones, y la gran presentación final en pasarela fue simpática pero sin ningún tipo de actitud o comentario fuera de lugar, nos dio una sesión de sana alegría, compañerismo y kilos de respeto.
Nuestro querido Jorge fue el elegido y de ahí hasta ahora ha sido, es y será “Nuestro Muñeco de Oro”.

Tuve la oportunidad de compartir con ellos varios semestres, siendo que según avanzaban en edad y conocimiento, así como en obligaciones profesionales y personales, la unión entre ellos siguió siendo fuerte como lo es hasta nuestros días. 
Javier, Julia, Dity, Pily, Paty P., Selene, Emilio, Ariel, Elmer, Arturo, Luis, Mily, Deane, Meche,  Bety B., Maruca son solo algunos de los nombres de estos seres tan entrañables. 

Tantos son los recuerdos vividos con emoción y entrega, como el concurso para Srita. Embajadora de la FCA, en el cual participaron dándome a mí la oportunidad de aportar ideas y convivir más cercanamente aún en los ensayos.

Viene a mi mente como si fuera un presente inmediato el momento en que seleccionamos la música para el baile, llegaron con canciones “cumbancheras” diversas, de las que se usan específicamente para ese tipo de eventos y después de oírlos, recuerdo que prendí la grabadora que yo había llevado y oyeron lo que les dije sería: ”La mejor oportunidad de participar con algo divertido y diferente”, esa canción era “Don Diablo” primer sencillo de Miguel Bosé en México cuando sus inicios.
Nunca he dicho que la canción vino a mi mente por dos situaciones, la primera porque era diferente, pero la segunda era la más importante, pues al oírla imaginaba perfectamente al grupo bailando y a uno de ellos vestido de Lucifer rondando entre ellos, era tan claro ver la figura del “sucio endiablado” que no me cabía más que sentir la obligación de convencerlos para poder divertirme viendo al susodicho vestido de demonio…….. Y bailando.
Oyeron con respeto, mas yo no veía mucho convencimiento hasta que les expresé la imagen que tenía en la mente, diciéndoles al final: “¿No creen que Elmer sería divino para el papel?”, aún recuerdo la carcajada y la aceptación general.
Fuimos a ese evento con la intención obvia de ganar, y ganamos diversión a borbotones durante semanas, ganamos complicidad sincera, ganamos unión, si es posible que pudiéramos ser más unidos. 
Justo en la fecha posterior al concurso yo volví a vivir la tremenda experiencia de una operación de columna, la segunda de ellas, y "Los Sucios" estuvieron ahí, en la clínica, en mi casa, por diez meses de nuestras vidas en la que estuve prisionera de una cama.
El muñeco, Javi y Arturo eran los más frecuentes, pasándonos hasta altas horas de la madrugada charlando de todo un poco.

Al graduarse, tuve el inmenso honor de ser madrina del grupo, con el dolor de no poder asistir a su cena – baile de graduación- por la convalecencia de la operación- situación que compensamos con creces al retomar mi senda por el mundo.

Con el tiempo se fueron recibiendo y tomaron su rumbo.

Cada quien hizo diferente camino, ya han pasado por experiencias que los han calado, sin embargo en los fugaces encuentros que he tenido con alguno de ellos, es emocionante oírlos y sentirlos como si nos hubiéramos visto el día anterior, instantes en que me cuentan de sus demás compañeros, como en algunos casos se han ayudado y se apoyan incondicionalmente.

Cada navidad, cada cumpleaños, cada Día del Maestro nunca me ha faltado el mensaje de Javier Carrillo, aún en una etapa de largos años en que no había más comunicación que sus mensajes.

Quisiera terminar estas letras con una anécdota que ha marcado mi vida como ser humano y como académica.
Siendo presidenta de sínodo del examen profesional de Javier, “uno de los sucios más sucios”, el cual alcanzó un promedio excelente, muy superior a los 90 puntos y quien estaba respondiendo en el mismo de forma correcta y acertada, le pregunté: “Javier, ¿Cómo es que teniendo tu trayectoria académica y la experiencia laboral que tienes, no optaste por un trabajo de tesis o monografía para obtener la Mención Honorífica?” y el me respondió con una sonrisa cariñosa: “Maestra, porque reprobé una asignatura, eso me impedía poder cumplir con los requisitos”, cuál sería mi sorpresa y enojo en ese momento, agarré el expediente al mismo tiempo que decía: “¿Con quién y en qué materia pudiste haber reprobado tú, siendo un excelente alumno?”, él, me seguía viendo con silencioso cariño y respeto, mientras mis compañeros de sínodo y yo verificábamos que la asignatura reprobada era Economía 1, si, la misma que yo le impartí por primera ocasión.
No cabía yo en mi sorpresa, asombro, desaliento y cualquier otro estado de catatonia que pudieran ustedes imaginar. “¿Cómo sucedió esto?”, casi me preguntaba a mí misma, en total incredulidad, siendo que él, en todos estos años y tantas noches de compañía, nunca me había mencionado, reclamado o insinuado nada.
Javier me respondió: “Maestra durante su primera operación de columna yo tuve varicela, al no poder asistir al ordinario y en su ausencia, su adjunta más “XY profesor”, decidieron que debería presentar en extraordinario, indicándome que usted había dicho que yo presentara el extraordinario como decisión final, lo cual yo creí todo este tiempo hasta hace relativamente poco, en que conversábamos de su primera operación y usted comentó que en esa ocasión no supo nada acerca de cómo había terminado ese semestre”.
Nobleza y madurez.
Gracias Javier.

Hace unos meses, en los que viví experiencias de las que te quedan marcadas a fuego en la piel, retomé mis reuniones con Javier, lo que me ha aportado gran alegría.
Justo la vida me ha puesto en diferentes lugares en el preciso momento para encontrarme con Elmer y Ariel, en todas esas ocasiones el cariño mutuo ha sido el protagonista.
P.D. Cabe aclarar que yo no tuve nada que ver con el término de “Los Sucios”, eso fue autonombrado.
La primera vez que los oí en coro, tuve una gran sorpresa. Dicho término fue acuñado para aquel del grupo que, estando en clase o no, dejara en evidencia a otro, respondiendo o diciendo algo que el otro no recordaba, o diciendo algo sobre él, en ese instante a coro total todos le gritaban al entrometido: “Sucio, sucio, sucio”.

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