viernes, febrero 04, 2011

Cuando dos almas se encuentran

Es difícil que como seres humanos falibles nos demos tiempo para escuchar al otro, capaces de no juzgar, simplemente escucharlo sintiendo lo que el otro siente y conmoverse con sus emociones.
Pocas muy pocas veces había vivido esa emoción dirigida hacia mí. Todo surgió de forma espontánea, sin programa o cita previa, sencillamente el tiempo fue pasando y los corazones se fueron abriendo.

La sensibilidad fluye y no hay cuestionamientos, no hay verdaderos o falsos, se escucha y se le dice al otro con la mirada, con expresiones no verbales: “Entiendo, te comprendo, puedes decirme, nada pasa, todo queda aquí y podrás seguir tu camino sin esa carga”.
Esa sensación de que el otro también se abre contigo, con la misma confianza y la misma emoción, logra un momento que marca vidas, ¿no es algo generoso escuchar y comprender? ¿Acaso no es verdad el que logramos una condición distinta al sabernos comprendidos?, cual Sísifo que deja de escalar permanentemente con la piedra en la espalda.
Si tan solo cada uno de nosotros nos convocáramos a compartir, así de simple, sin asegunes, con compasión, cada cierto tiempo con alguien, donde la libertad de expresión sea el centro del encuentro y la sensación de paz y alegría el final del mismo.
Cada uno de nosotros debe de procurar esos momentos, probablemente alguno pensará que no lo necesita, más debe reflexionar el que probablemente alguien lo necesite a él.
Dicen que distancia no es ausencia, lo he comprobado.
Juan Pablo II al despedirse de nosotros en su última visita nos dijo: “Me voy, pero no me voy; me voy, pero no me ausento; me voy pero de corazón me quedo”.

Gracias a quien insospechadamente nunca ha estado ausente, quien con una sorprendente y amable presencia inesperada, a cambio de un café imaginario, logró que yo dejara una de mis piedras en el lugar adecuado: el pasado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Describió el proceso de confesión del alma que se da: ante Dios, ante un sacerdote o ante un buen amigo.
Es usted muy afortunada y bendecida por la vida al haber tenido esa oportunidad.
En verdad no hay mayor dicha que la de abrir el alma ante un verdadero amigo, haya o no cafe, cerveza o, en mi casa, un buen whisky de por medio. Eduardo

Rosi Pereyra dijo...

Las cosas suceden por algo ... Dios nos depara agradables sorpresas durante la vida ... sorpresas que no se darìan si no hubiera sucedido lo que antes nos pudo parecer doloroso, injusto e inesperado... solo es cuestión de esperar para ver sus designios. RP

Anónimo dijo...

Las piedras... si pudiéramos todos dejarlas atrás, lejos, en otro lado, en el pasado... el mundo sería mejor ¿no crees?
Por lo menos para cada quien, libre de piedras.

T.
Simplemente

Anónimo dijo...

Querida Pati, lindo tu texto sobre el milagro de la comprensión a través del escucha sincero, real, espontáneo.
Gracias por enviármelo.
Cpp

Anónimo dijo...

A veces cargamos piedras que no nos corresponden o las cargamos de más, es buen pretexto para que un amigo haga su trabajo y se nos haga aun más fácil quererles y para ellos un poco más visible el impacto de conocerlos.

Como dije una vez, los amigos un mal necesario xD

Saludos!!!!

Paco, aunque aquí entre nos solo usted me dice asi y es genial, llega aburrir eso de "Pancho" en la facultad.

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