Escribir sobre seres
queridos pareciera fácil, mas es un reto, el intentar reflejar a una persona
cercana al corazón tal y como es, sin caer en polarizaciones o desatinos.
Este post va en esa dirección, la protagonista de él, es por
mucho una de las personas que más quiero, pero, por sobre todo, es una de las
personas que más me han demostrado su cariño.
Bertha Elena, alias “La Nena” para los íntimos, es uno de
los seres más inteligentes, ocurrentes, de respuesta pronta y de chispa rápida.
Puede pasar del más complejo al más simple en un segundo o
darle la vuelta al asunto según más convenga -especialmente a sus intenciones-,
con una velocidad que te pega antes de que entiendas de dónde vino el golpe.
La Nena llegó a mi vida cuando iniciábamos la secundaria,
venía de otro colegio, más desde el primer momento y por su actitud, nos dejó
en claro que ése era ahora su territorio, y nosotras nos asumimos como
cohabitantes de su potestad.
Se presentó con una presencia perfecta, más lo que llamó mi
atención fue un maletín rojo -más bien una maleta tamaño "de viaje
corto"- el cual utilizaba aparentemente como portafolio, pero que en
realidad era una extensión de su hogar, en el sentido de que contenía -más allá
de una simple imaginación- cuanto capricho alimentario -chocolate, cacahuate,
chicle americano- o material escolar -como las plumas BIC las que en aquel entonces,
sólo se conseguían en los USA- como correspondía a su alcurnia; tenía de todos
los colores porque ella escribía cada línea de dictado con un color distinto,
en un orden preciso, lo que conllevaba a que todas debíamos ir al ritmo en que
ella decoraba sus líneas aún a velocidad de “llamas a mí”.
Salir al recreo con ella era casi sentirse como un niño
judío en campo nazi, pues uno se sentaba a verla disfrutar de tales manjares
sin esperar migaja alguna, lo que era compensado -y por mucho- por la simpatía
y ocurrencias fruto no sólo de su carácter, sino de la extraordinaria cultura
familiar con la que fue formada.
En una de dichas ocasiones en preparatoria, nos
encontrábamos sentadas en el piso de un pasillo, ella con la regla de madera
del salón en calidad de lira medieval, tarareando una canción que cantaba en
las fiestas de esos año el grupo de moda "Los Delton's" y que la
letra dice:"...el tiempo sigue igual...llueve otra vez.."; justo en
plena interpretación apareció ante nosotras una compañera nacida en el centro
del país, la cual se distinguía por usar el uniforme del colegio de una forma
indebida, pues se arrollaba la falda hasta límites francamente ligeros, siendo
que en el caso de la blusa, se abría los botones y metiéndose el cuello, con lo
cual quedaba en exhibición buena parte de su humanidad. Bertha Elena sólo se
giró hacia ella y en un tono casual le dijo: “Fulanita, se te desabrochó el
botón de la blusa”, a lo que la exhibicionista respondió: "No se me abrió,
yo lo hice, pues la que no muestra no vende”. En ese momento pensé: “¡Aúpa!”, pero
la Nena replico: “Y la que mucho muestra se le mosquea”, siguiendo con su lira
improvisada como si nada, dejando a la otra enfurecida.
Muchas son las frases que a través de los años han sido
selladas con su marca: “Sí, los ricos también lloran.... pero los pobres lloran
más”; “Mariachi pagado por anticipado, no canta bien las rancheras”; canciones
de antaño como: "....te juro Juana que tengo ganas de verte...... la punta
del pie......la pantorrilla y el peroné......"
Sus fiestas de cumpleaños celebradas en casa de sus papás
siguen estando entre mis recuerdos más amables, donde abundaba el buen gusto y
la excelente comida; hermosos adornos frutales o florales y no tengo pudor
alguno en reconocer que guarde por casi 10 años una vela en forma de hongo, que
fue el adorno de mesa de una de sus tantas celebraciones.
En esas ocasiones fui comprendiendo que su mundo era
totalmente abierto a cualquier persona, siendo las únicas limitantes la
disciplina y la honestidad, valores que sus queridos e inolvidables padres
inculcaron en ella con su ejemplo de vida.
Debo de reconocer que, en esa etapa, mi relación con ella
era de total admiración en calidad de fan; ella dice ahora que sí recuerda
perfectamente lo que yo hacía o decía... Yo más bien creo que es una forma amable
de demostrarme cuanto me quiere.
Con el tiempo salimos del colegio, estudiamos en la misma
facultad pero en salones diferentes, lo cual me llevó a no estar tan cerca de
ella.
La vida fue pasando, y con los años se casó y de ella nació
un bebé que desde el primer respiro demostró su digna estirpe: Miguelito, quien
en todas las etapas de su vida ha sido y es un ser fraterno, elegante,
caballeroso, dedicado, intensamente inteligente y maduro.
Desde pequeño se distinguió por su simpatía y compañerismo,
recuerdo una tarde en la que el tenia entre unos 6 u 8 años, y que fue
cuestionado por su madre acerca del “¿Por qué no estaba haciendo su tarea?” a
lo que ese querube -rubio como su abuela, formal como su abuelo y de
inteligente reacción como la madre- respondió: "Estoy cansado, pues soy un
niño muy ocupado". Fue imposible controlar la risa de aceptación ante esa
innegable verdad, pues el bodoque no solo asistía a sus clases regulares, sino
también a natación, al workshop y, al comer con sus abuelos, eventualmente
debía aprender sobre historia y geografía a niveles superiores a los de niños
de su edad.
La Nena no sólo ha sobresalido por sus talentos en lo
académico, sino que al incorporarse al mundo laboral, en corto tiempo, tuvo
bajo su responsabilidad posiciones de servicio público a nivel federal,
logrando lo que pocos: salir de ellos con la frente en alto.
Es una persona sumamente compasiva, más implacable en el
caso de consejos solicitados, pues logra hacerle ver a uno en qué ha fallado, y
darte una visión clara del lado correcto de la situación en fast-track,
terminando eventualmente con esta frase: "Te quiero mucho, pero estas mal
en todo esto y debes corregirlo; no lo repetiré y si no lo haces, no te sigas
quejando". Uno, sabiendo que por duro que suene, esa es una verdad
indiscutible emanada de la objetividad, del cariño y la preocupación, que te
lleva a actuar invariablemente en consecuencia.
Su elegancia la distingue, es delicadamente caprichosa en
sus formas: lo mismo causa atención entre el personal de los lugares donde
trabaja, provocando apuestas de cómo vestirá ese día; que salta al centro del
cuadro a bailar -guapachosa y con un tumbao envidiable- en alguna reunión entre
cercanos: "Un kilo de cadera no es cadera...”.
Es diligentemente amable con quien lo requiere, más sabe
imponer orden, dando a cada quien lo que corresponde, sin temblarle la voz.
Podría decirse que todo lo anterior forma parte de una vida
"nice", más en la realidad, la Nena confrontó duras pruebas de amor,
paciencia y dedicación, al velar por la salud de sus padres en etapas largas y
subsecuente sin demostrar quebranto alguno; quebrantos emocionales que
seguramente existieron y que sobrellevó de forma interna sin dejar a un lado
sus demás deberes, estando siempre con fuerza y entereza -aún en esa situación-
atenta a lo que sus amigas requiriéramos.
Bertha Elena es un personaje, es un ser humano claro,
directo y bondadoso, dueña de múltiples capacidades las cuales desarrolla fiel
a su principio de superación personal.
Es capaz de emocionarse por los triunfos ajenos y callar los
propios, dejando que su luz brille con una mezcla de inteligencia, simpatía y
cordura.
Muchas cosas quedan en mi mente y mi alma sobre la Nena,
pero esas me las guardo para sonreír en total complicidad.
A unos días de celebrar un año más de su presencia en este
mundo, escribo estas letras para festinar tantos momentos, palabras, risas,
consejos, recuerdos......recuerdos y más recuerdos.
Estoy segura de que algunas historias de vida -como la mía
por ejemplo- han sido más agradables gracias a la existencia de la Nena en
ellas.
El reino está de fiesta