Comentario final leído en la mesa panel sobre la película ya mencionada.
En lo personal al crecer y educarme en el entorno de un
colegio de monjas, preciso y similar al presentado en la película, puedo
recordar que la problemática podría no darse en torno de un niño negro, pero si
de una compañera de escasos recursos económicos, quien logra ser becada, para
así poder egresar de un buen colegio que le permitiera aspirar a entrar a la
universidad.
Vivencias en torno a bromas pesadas o ligeras ironías de
jóvenes inmaduras sobre la más débil social y económicamente, que me hacían
estremecerme tanto, como al recordar, al oír el sermón del padre, con toda
emoción a la religiosa que fue mi directora de secundaria, quien pudo haber
protagonizado perfectamente por su inflexibilidad a la hermana Aloysius, pero
quien tuvo más visión para guiarnos por nuestra tormentosa pubertad y de quien
oí por primera y única vez, hasta esta película, la frase de la almohada de
plumas; al recordar esa frase, la cual he repetido innumerables veces a mis
estudiantes, me encontré con la trascendencia del respeto a la reputación a los
demás, no simplemente como enseñanza ejemplificada dentro de la privacidad de
un aula de colegio elitista, sino reflejada más de 30 años después en una
película, que nos explota en nuestros propios rostros la amarga realidad de la
liviandad eventual con que emitimos juicios de valor sobre la reputación de los
demás, por falta de juicio, por deseo de venganza o por simple estupidez.
Nadie en la película tiene toda la razón, ni está totalmente
equivocado.
Todos tienen que cambiar y acaban por cambiar.
No hay nada tan absoluto como la pasión de las personas,
especialmente por deseo de poder y el poder que da la aparente posesión de la
verdad.
Permítanme terminar con un pequeño paso al costado del tema,
sólo para contextuar.
Por años se ha cuestionado y se cuestiona en esta facultad,
acerca del beneficio y la relevancia de la formación humanística, especialmente
del estudio de la ética, insinuando inclusive, que no se puede volver ético a
alguien.
Se menciona insistentemente el modelo educativo integral y
humanista, más en los hechos se cuestiona, se frena, no se comprende.
Nosotros, los profesores diferentes, respondemos
inevitablemente a nuestros cuestionadores que nada puede cambiar la decisión de
una persona, ni su instinto, ni su conducta, menos quitarle su libertad de
elección, más es imperante que como universitario, el estudiante del área de
negocios, este formado en los hechos y dilemas más profundamente humanos, para
que en la práctica de su profesión y en su vida misma, conozca el camino de lo
que está bien y de lo que está mal, y esté en plenitud de libertad para elegir,
y asumir las consecuencias de dicha elección.
Los académicos diferentes, esos locos humanos compañeros de
Jaime Sabines, los que compartimos la visión del humanismo como columna
vertebral del desarrollo pleno e integral del ser humano, simplemente
perseguimos, que mediante la formación humanística se logre que los
estudiantes, se cuestionen, reflexionen, acerca de su existencia, acerca de la
sociedad y sus retos, y de la participación y responsabilidad, que como
universitarios, tienen incuestionablemente.
Pretendemos simplemente enfrentarlos al reto de pensar y sentir, más allá de pretender decirles lo que deberían
pensar y sentir.
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