Pocas veces tiene uno la oportunidad de estar cerca de seres humanos que, desde el mismo momento de nacer, brillan con una luz innata que se va tornando de diversos colores según ese ser va creciendo, aprendiendo y desarrollando capacidades personales, que lo distinguen entre los demás de una forma positiva.Padres, abuelos, familiares de sangre y del alma, amigos, fuimos constatando que cada etapa de esa persona en ciernes se iba logrando en total plenitud, con el tiempo, dedicación y armonía interna adecuados.Tuviste todo para ser un niño/adolescente engreído, difícil, rebelde, pero no, eso no estaba en tu naturaleza, en tu espíritu, en tu intimo yo. Por el contrario logras sembrar el cariño de quien se ha encontrado contigo pues siempre nos haces sentir importantes y logras transmitirnos paz.
Tu comprensión de la vida que te tocó vivir, los sentimientos amables hacia todos los protagonistas de tu historia te definen como un ser maduro y asertivo, que no permitió que ninguna telaraña se interpusiera entre tu ser y hacer.Tu tranquila inteligencia me permite afirmar, que de las ocho inteligencias reconocidas tú las reúnes todas sin duda alguna, pero que sobre sale tu corazón, lleno de amor y compasión hacia todos aquellos que lo necesitamos.No creo que haya madre que no deseara tenerte como hijo, hermana como hermano, mujer como pareja.Te amo, con una profundidad sólo comparable con la admiración y la emoción del primer recuerdo compartido entre nosotros, el de una joven mujer junto a un pequeño de menos de dos años, rubio, de ojos claros que proyectaban limpieza de alma y alto interés de saber y compartir; educado, simpático y cariñoso, que al recibirme en su casa lo hizo como si me conociera de siempre, y que, ante las indicaciones precisas de su madre, fue más su interés en mi, que el riesgo y consecuencias ya advertidos, haciendo que el refresco de jamaica llegara a estar donde no debía; tu carita de susto te hizo más bello si acaso, y ese día supe que el amor no se compra, nace y crece como la rosa de El Principito.Al leer tu discurso de graduación, me emocioné hasta las lagrimas, pues el hombre, el médico, transmitió un mensaje con palabras sabias para sus compañeros, les hablo de ser médicos de cuerpos y almas, eso mi querido Miguel no es fácil, especialmente por tu edad y tratándose de una profesión que cada día se deshumaniza más, como consecuencia de los tiempos actuales, y de los hombres y mujeres que viven de esa manera.Ese documento con tus letras debería ser tomado como una referencia obligada para las clases de ética de cualquier profesión, porque tu mensaje rebaza la deontología de una vocación determinada.
Fruto de muchos seres inteligentes y dedicados, algunos de ellos que desde el cielo te ven y sonríen, diciéndole a todos los que pasan por ahí: “Ese que habla es mi nieto”.
Otros que gozan ver tu desarrollo día a día.
Felicito a quienes estarán en tus manos, bajo tu cuidado, pues no puede haber mayor dedicación académica, capacidad sensible e inteligencia aplicada en otro ser humano, simplemente por el hecho de escucharle sobre aquello que lo aqueja, ya sea del cuerpo o del alma.
Con toda mi admiración y cariño, sintiéndome afortunada de ser una pequeña parte de tu vida.