lunes, julio 18, 2011

Espacios Vacios

“Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente”.
Facundo Cabral


Es difícil describir el estado que he denominado de orfandad intelectual. En 13 meses se me han adelantado tres de mis mejores amigos, de esos que sólo me aportaron, me hicieron reflexionar, sensibilizarme e indignarme; con ellos vi el mundo y, hasta logre entender encrucijadas y situaciones propias y ajenas.
Los grandes se van demasiado pronto, nunca es tiempo propicio para verlos partir; en junio del año pasado, se me fue Monsi, aun me encuentro tratando de responder la pregunta de Elena Poniatowska: 

¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?


“Cuando un amigo se va
Queda un espacio vació
Que no lo puede llenar
La llegada de otro amigo.”

Cuando ese sentimiento aun apretaba mi alma, mi compañero de cada mañana, el encargado de que me saliera el sol dentro del pecho, aún en días lluviosos, el que me enseñó a que es válido ser como uno es, estar con quien uno quiere y leer y hacer cualquier actividad, siendo el único límite los derechos y la libertad de los demás.
Él, Germán Dehesa fue arrancado de la vida a la que él deseaba seguir perteneciendo, me acompañan ahora sus libros y decenas de artículos que por años leí en REFORMA, y que guarde cautelosamente, pues el día de su muerte, en un acto de luto, me di de baja en dicho periódico: “Ya no hay nada ahí de lo que yo necesito, mi unicornio azul ya se fue, se me perdió”.
Hace unas pocas fechas, el 9 de julio, en vía de regreso a su habitación 509 del hotel bonaerense en el cual vivió sus últimos treinta años, sólo, con sus libros, sus canciones y pensamientos, Facundo Cabral quien desde temprana edad me hizo entender que el mundo era muchísimo más variado de lo que yo entendía, fue abatido a plomo puro en la ciudad de Guatemala.
Para muchos, fue un trovador de canciones reflexivas y de frases provocadoras, quien en la época de los 70’s llegó a cobijarse a nuestro país dando la espalda a la dictadura argentina. Para aquellos jóvenes púberes que lo escuchábamos, en algún programa de televisión, pues sus discos siempre fueron no comerciales, no se conseguían, nos reto nuestras mentes y sentimientos: 

“Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella”.
Su propia historia marca la congruencia de su vida, el mismo relataba el abandono de su padre una noche antes de su nacimiento dejando a su madre y siete hermanos en la calle, pues el abuelo paterno expulso a la mujer con sus hijos. 

A los 9 años huyo del entorno familiar con el fin de llegar a la Casa Rosada (Casa de Gobierno en Argentina) ya que había oído que Perón, el presidente, daba trabajo a los desfavorecidos, tras cuatro meses de viaje y burlando toda vigilancia y protocolo logra llegar ante Perón y su esposa y conversó con ambos. 
En un reportaje en los años 90 confesó que Eva Perón en ese momento dijo: "Por fin alguien que pide trabajo y no limosna". Gracias a esta conversación, logró que su madre obtuviera empleo y el resto de la familia se trasladara a la ciudad de Tandil.
Fue un joven vagabundo y cayó en prisión donde, guiado por un sacerdote jesuita, aprendió a leer y escribir, poniéndolo en contacto con la literatura universal, lo impulsó a realizar sus estudios de educación primaria y secundaria en tan solo tres años. 

Un año antes de salir de la cárcel, Cabral escaparía de la prisión, aunque recibió aún ayuda del sacerdote. 
Gracias a un vagabundo, Cabral conoce la religión aunque siempre se declaro librepensador, sin pertenecer a iglesia alguna. Poco después, se iniciaría como músico y cantante en el medio artístico. Pierde a su esposa e hija en un accidente aéreo. 
Se estima que recorrió 159 países.
Padecía cáncer y ya casi invidente, él mismo se resumió en una nota:


"Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. 

El más pagano de los predicadores cumple 70 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada"
Sus últimos conciertos fueron en Guatemala, en la ciudad el martes 5 de julio al termino del mismo expreso para despedirse lo siguiente: “ya le di las gracias a ustedes; las daré en Quetzaltenango, y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace”. 
El jueves 7 se presentó en el que sería su último concierto en la ciudad de Quetzaltenango, el cual cerró interpretando la canción No soy de aquí, ni soy de allá.
Con estas letras he tratado de honrar su vida y de resanar un poco mi nuevo espacio vacío, compartir contigo, lector, lectora amigos la historia de un hombre sencillo que supo despertar conciencias con suavidad, alegría de vivir y espiritualidad.

Para compartir:Un poco de humor por Facundo Cabral:


No estás deprimido, estas distraído:
http://www.youtube.com/watch?v=xDX4ijOesz0

Su primera canción, una canción de cuna, año 1954:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he puesto al día de los últimos tres temas...

Es complicado hacer a alguien tan tuyo para que luego te lo arrebaten, tuve más cercano a Facundo Cabral de lo que creí, esa frase al principio es sublime y arriesgada.

Cada día nos quedamos con menos poetas y pensadores(muchos por no tenerse paciencia), al menos eso parece. Pero creo que en la trascendencia de sus letras harán nacer a otros nuevos pensadores y ese será un éxito más... "y llegará naturalmente".

Un fuerte abrazo maestra.

Paco.

PD: Le debo contar la historia "pancho" jeje, en breve. Cuidese.

Teté dijo...

A veces uno no tiene mucho qué decir, sobre todo cuando hay alguien que lo ha dicho tan bien, tan breve, tan absoluto... a ver qué te parece:

QUÉ SUCEDE PUES, FACUNDO

Qué sucede pues, Facundo:
esto de limpiar la casa,
y darle brillo a la raza,
es un quehacer furibundo
que ya no respeta el mundo.

Qué hacías en Guatemala
qué se te dio,
noramala,
por buscar el mal y el bien,
pa' que te llevara el treno
y te alcanzara una bala.

Te alcanzó una bala pues,
no sé qué decirte ahora,
malhaya sea la hora que no sabe del después.

Te lo canto sin ser juez:
"crece un nudo en la garganta
cuándo muere alguien que canta,
y que, sabiéndose muerto,
va a cantar en el desierto,
tal vez convertido en planta”.


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