Feliz año 2015 a mis
queridos siete lectores que pacientemente esperan que desarrolle un tema o diserte
sobre ciclos de mi vida o aventuras de mis allegados.
2015 es el año de la cabra según los chinos, esperemos no
toparnos con más de las debidas.
Además es un año positivo porque suma 8, así que no nos desesperemos.
Por
lo que pasemos a la disertación de esta servidora.
Hoy querida familia lectora me llena la mente y la emoción
la palabra: lealtad.
Palabra tan corta y tan difícil de definir, he visto y
buscado definiciones y ninguna me llega a llenar por completo en cuanto a lo
que yo siento como tal.
En primer lugar la lealtad se aprende desde la cuna, como la
mayoría de las virtudes, ya Kohlberg nos mencionaba en su teoría del desarrollo
moral los siguientes niveles: el pre-convencional, el convencional y post-convencional,
sobre la visión de cada individuo, al ir éste madurando,
con respecto a su responsabilidad hacia sí mismo, a su entorno y hacia la
comunidad.
Por lo que a primera instancia, diríamos que la lealtad
tiene que ver con la madurez, una persona inmadura, poco segura de sí misma, temerosa,
tendrá tendencia a no serlo.
O como decía mi madre: “Hija hay quienes nunca
maduran y pasan de verde a podrido directamente”.
Buscan salir por la vía fácil, ir a lo más llano y seguro.
Por tanto también podríamos agregar que la lealtad también
es un compromiso, palabra impresionantemente bella y fuerte, pues es: “Con la
promesa de...”
¿Quien quisiera tratar o relacionarse con una persona incapaz de
comprometerse? ¿Qué seguridad debe de tener quien trabaja o contrata a alguien
no comprometido más, que con sus propios intereses?
La lealtad está íntimamente relacionada con la fidelidad,
ese valor podemos encontrarlo más en los animales que en personas a quienes
hemos conocido por décadas, pues finalmente en el animal sólo existe el ahora,
y los seres humanos buscamos cualquier error real o creado para justificarnos y
dar la espalda.
Finalmente la lealtad es una virtud, no se compra ni se
presta, ni se es leal a veces y a veces no.
La lealtad provoca agradecimiento natural a quien lo es
contigo, por lo que una persona que no reconoce esa virtud en quienes le sirven
es porque no la practica.
En conclusión: La lealtad es de los valores que solo las personas
con una extraordinaria capacidad humana tienen.
Son quienes logran tener seguidores y no
subordinados, quienes logran que se crea en ellos aún en medio de la oscuridad,
porque se conjunta amistad, virtud, compromiso y confianza.
Por lo que concluyo
que la lealtad está íntimamente ligada al carácter de una persona, a su valor y
honor.
¿Y tú qué opinas, querido lector amigo?
Además es un año positivo porque suma 8, así que no nos desesperemos.
O como decía mi madre: “Hija hay quienes nunca maduran y pasan de verde a podrido directamente”.
¿Quien quisiera tratar o relacionarse con una persona incapaz de comprometerse? ¿Qué seguridad debe de tener quien trabaja o contrata a alguien no comprometido más, que con sus propios intereses?