Pensando en las próximas vacaciones de verano, recordaba los ayeres en los que en contraposición a mis contemporáneas yo viajaba con mi mamá a la ciudad de México.
Algunas de mis compañeras hasta viajaban a otro país, más invariablemente, se agendaba un espacio famliar para pasar en las playas de nuestro bello puerto de Progreso, ese sitio privilegiado que se viste de gala tan pocas veces al año, kilómetros y kilómetros de playa con cientos de casas, muchas de las cuales hoy disfrutan extranjeros más visionarios.
En esa época, finales de los 70’s mediados de los 80’s (del siglo pasado, conste), era como un sitio especial para vivir plenamente “lunadas”, en donde la guitarra solía ser la gran compañera de las reuniones frente a la fogata en la arena.
Tuve la oportunidad de disfrutar, eventualmente, algunas de esas vacaciones a invitacion de apreciadas familias que me abrieron sus casas y alentaron en mí el gozo de esos rituales que variaban según la época y la edad.
Mis recuerdos acerca de mi única pesca, la cual fue desde la orilla de la playa una madrugada de agosto se siembran especialmente en la importancia de soltar o jalar el cordel, lo cual en mi vida actual sigo practicando; la sentada en las “barditas”, cuyo objetivo era ver y ser visto; la visita a los futbolitos, que tenia como fin el mismo del punto anterior; los dulces de Miguelito; la jugada de lotería y posteriormente de continental.
No recuerdo, aunque probablemente se daba, que en esas épocas existieran grandes bailes con horas de ensayo y coreografos, ni multitud de competencias organizadas formalmente y de todo tipo, refrescadas con grandes cantidades de cerveza, ni mucho menos los indispensables “pomos” para alegrar la noche, insisto, no dudo que lo hubiera entre circulos muy específicos y con edades que ya tenian varios ayeres de haber obtenido la licencia de conducir (no existía el IFE).
No visualizaba que algo fuera distinto de una casa a otra, aun cuando en la vida real hubieran notorias diferencias, si acaso lo único que viene a mi mente es la incongruencia de una piscina frente al mar, más reconozco su gozoso beneficio. Lanchas habian y lo más cercano a lo "nice" eran de no muchos pies de largo, sólo para dar vueltas o ir de pesca a algún bajo, con un buen pescador que guiara y preparara el ceviche inicial; las inflables (lanchas) eran de “alta tecnología”.
Lo más extravagante de esa época para mí, fue aprender a montar en minimoto, posesión escandalosa de una joven de la sociedad meridana, la cual tuvo a bien proporcionármela por algo más de 10 minutos y con la que me di una gran derrapada en la arena, lo cual provocó mi deshonroso destierro de la lista de motociclistas autorizados.
Todo esto lo retomo estos días al iniciar una nueva etapa de la temporada, a pesar de que son muy pocos mis recuerdos sobre el tema, año con año me he ido enterando, por referencias, de los diversos tipos y ámbitos de diversión que se van generando para pasar un buen verano, las diferencias son notorias y no pretendo aseverar que el pasado fue mejor, más me conmueve el presente.
Me conmueve la cantidad de dinero invertido en ser feliz, barcos-veleros-yates, motos acuáticas, motos de playa, automovilistas menores de edad, discotecas que abren sus puertas la mayoría de los días de la semana y en las cuales sin pudor alguno podemos saber que salen muchos de nuestros jóvenes en estado tal que se vuelven enemigos de si mismos y del ser humano que tenga la poca fortuna de cruzar por su camino; la logística de los padres de familia para repartir a púberes y pospúberes, en el caso de que estos no tengan vehiculo asignado, con las debidas quejas entre dientes por las largas distancias y los multiples pasajeros a repartir y tantas otras circunstancias tan ajenas a nuestro verdadero ser y sentir con respecto al sentido de la "temporada".
Se percibe como poco usual el precioso tiempo compartido entre familiares de diversas edades y niveles de parentesco, las relaciones de amistad cimentadas en grandes aventuras, el conocimiento de la naturaleza, el disfrutar de lo sencillo por puro placer.
Todo esto pareciera que ya no da felicidad, veo las fotos de las actividades actuales en las secciones de sociales de la prensa escrita y me pregunto ¿será que no entiendo lo que es divertirme actualmente? ¿podrá ser que ya llegué a ser “Old Fashion”?
Razono que no es cuestión de edad, pues ante mis ojos desfilan hombres y mujeres que fácilmente podrían ser mis padres, jovenes, niños y bebes con grandes sonrisas (algunos mas bien con cara de "alguien me puso aqui"), todos abrazados y apretujados con todos, misma pose que se repite foto tras foto, variando eventualmente los rostros, los eventos y el fondo de la foto.
Si alguien anda perdido en ésta reflexión lo invito a acompañarme, pues lo único que pretendo decir es: ¿Dónde ha quedado el simple placer por el placer mismo? Sin ropas de marca, sin equipos motorizados, sin grandes automóviles, sin el alcohol que muchos muestran en dichas fotos "de sociales"brindando entre si, como enviando el mensaje: ESTO ES LO QUE DA LA FELICIDAD.
Algunas de mis compañeras hasta viajaban a otro país, más invariablemente, se agendaba un espacio famliar para pasar en las playas de nuestro bello puerto de Progreso, ese sitio privilegiado que se viste de gala tan pocas veces al año, kilómetros y kilómetros de playa con cientos de casas, muchas de las cuales hoy disfrutan extranjeros más visionarios.
En esa época, finales de los 70’s mediados de los 80’s (del siglo pasado, conste), era como un sitio especial para vivir plenamente “lunadas”, en donde la guitarra solía ser la gran compañera de las reuniones frente a la fogata en la arena.
Tuve la oportunidad de disfrutar, eventualmente, algunas de esas vacaciones a invitacion de apreciadas familias que me abrieron sus casas y alentaron en mí el gozo de esos rituales que variaban según la época y la edad.
Mis recuerdos acerca de mi única pesca, la cual fue desde la orilla de la playa una madrugada de agosto se siembran especialmente en la importancia de soltar o jalar el cordel, lo cual en mi vida actual sigo practicando; la sentada en las “barditas”, cuyo objetivo era ver y ser visto; la visita a los futbolitos, que tenia como fin el mismo del punto anterior; los dulces de Miguelito; la jugada de lotería y posteriormente de continental.
No recuerdo, aunque probablemente se daba, que en esas épocas existieran grandes bailes con horas de ensayo y coreografos, ni multitud de competencias organizadas formalmente y de todo tipo, refrescadas con grandes cantidades de cerveza, ni mucho menos los indispensables “pomos” para alegrar la noche, insisto, no dudo que lo hubiera entre circulos muy específicos y con edades que ya tenian varios ayeres de haber obtenido la licencia de conducir (no existía el IFE).
No visualizaba que algo fuera distinto de una casa a otra, aun cuando en la vida real hubieran notorias diferencias, si acaso lo único que viene a mi mente es la incongruencia de una piscina frente al mar, más reconozco su gozoso beneficio. Lanchas habian y lo más cercano a lo "nice" eran de no muchos pies de largo, sólo para dar vueltas o ir de pesca a algún bajo, con un buen pescador que guiara y preparara el ceviche inicial; las inflables (lanchas) eran de “alta tecnología”.
Lo más extravagante de esa época para mí, fue aprender a montar en minimoto, posesión escandalosa de una joven de la sociedad meridana, la cual tuvo a bien proporcionármela por algo más de 10 minutos y con la que me di una gran derrapada en la arena, lo cual provocó mi deshonroso destierro de la lista de motociclistas autorizados.
Todo esto lo retomo estos días al iniciar una nueva etapa de la temporada, a pesar de que son muy pocos mis recuerdos sobre el tema, año con año me he ido enterando, por referencias, de los diversos tipos y ámbitos de diversión que se van generando para pasar un buen verano, las diferencias son notorias y no pretendo aseverar que el pasado fue mejor, más me conmueve el presente.
Me conmueve la cantidad de dinero invertido en ser feliz, barcos-veleros-yates, motos acuáticas, motos de playa, automovilistas menores de edad, discotecas que abren sus puertas la mayoría de los días de la semana y en las cuales sin pudor alguno podemos saber que salen muchos de nuestros jóvenes en estado tal que se vuelven enemigos de si mismos y del ser humano que tenga la poca fortuna de cruzar por su camino; la logística de los padres de familia para repartir a púberes y pospúberes, en el caso de que estos no tengan vehiculo asignado, con las debidas quejas entre dientes por las largas distancias y los multiples pasajeros a repartir y tantas otras circunstancias tan ajenas a nuestro verdadero ser y sentir con respecto al sentido de la "temporada".
Se percibe como poco usual el precioso tiempo compartido entre familiares de diversas edades y niveles de parentesco, las relaciones de amistad cimentadas en grandes aventuras, el conocimiento de la naturaleza, el disfrutar de lo sencillo por puro placer.
Todo esto pareciera que ya no da felicidad, veo las fotos de las actividades actuales en las secciones de sociales de la prensa escrita y me pregunto ¿será que no entiendo lo que es divertirme actualmente? ¿podrá ser que ya llegué a ser “Old Fashion”?
Razono que no es cuestión de edad, pues ante mis ojos desfilan hombres y mujeres que fácilmente podrían ser mis padres, jovenes, niños y bebes con grandes sonrisas (algunos mas bien con cara de "alguien me puso aqui"), todos abrazados y apretujados con todos, misma pose que se repite foto tras foto, variando eventualmente los rostros, los eventos y el fondo de la foto.
Si alguien anda perdido en ésta reflexión lo invito a acompañarme, pues lo único que pretendo decir es: ¿Dónde ha quedado el simple placer por el placer mismo? Sin ropas de marca, sin equipos motorizados, sin grandes automóviles, sin el alcohol que muchos muestran en dichas fotos "de sociales"brindando entre si, como enviando el mensaje: ESTO ES LO QUE DA LA FELICIDAD.
1 comentario:
Hola maestra!!!! que bueno que ya volvio a escribir.Fijese que yo sigo viviendo esas épocas a la antigua con mi familia ya que ellos son de chicxulub puerto y pues ahi vive mi abuelita naturalmente todos se juntan ahi y todos tenemos la oportunidad de convivir y ademas siento que ya paso mi epoca de ir a las discos. Prefiero mil veces hacer una lunada que ir a la disco. Que pase un excelente dia maestra y no piense que es "old fashion" simplemente pienso que cada quien tiene su propia manera de disfrutar la vida y algunos se dejan llevar por las modas. Saludos.
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