Durante estos días he tenido tantas razones para celebrar que me decidí a mencionarlas, cada una conlleva su sustento de emoción y de relevancia personal.Primero me avocaré a compartir con ustedes, mis 8 lectores, las horas tan amables que sólo se pueden vivir con aquellas personas que han sido parte de nuestra vida desde los primeros años de la misma, esos amigos del colegio que realmente saben quien eres, lo que has sido y lo que te ha costado llegar a ser.
Con ellos te sientes bien, no hay que explicar porque ellos saben, te conocen, te cobijan y están ahí aunque pasen meses o años sin verlos, pero en el reencuentro, la conversación es tan amena y fraterna como si nunca se hubiera interrumpido.Gracias a Bertha Elena, Mimi, Mary, Mirza, Gabriela, Beatriz y a Bertha por ser quienes son y por compartir sus vivencias, por ser y por estar.
Es época de inicio de clases, la ocasión para recibir en las aulas a nuevos estudiantes (universitarios en mi caso) los cuales vienen de tan diversas poblaciones, colegios, medios sociales y económicos que conforman una policromía de retos, entre estos, el percibir de ellos lo mejor de si mismos y fomentarlo, identificar sus áreas de oportunidad y proporcionarles alternativas; decirles que es una de las decisiones más difíciles de la vida el definir a que nos queremos dedicar, pero que al hacerlo de forma consiente y positiva nos proporciona la más gratificante sensación, esa que se siente cuando logramos realizarnos mediante el ejercicio de la profesión; es un reto también el confrontarlos a la realidad de que deben proponerse romper paradigmas educativos que los han limitado al uso de la memoria y a la aceptación de lo que diga el profesor, cambiando hacia un método en donde se privilegie el análisis critico y creativo, que les permitirá desarrollar las competencias indispensables de autoformación y desarrollo de las ideas, lo que al término de su formación académica no sólo les permitirá lograr ser profesionales competitivos, sino mejores seres humanos, con lo cual se pretende un cambio que logre un ámbito social más equitativo e incluyente.
Relacionado con lo anterior siento franca emoción al cumplir este 1 de septiembre, 25 años de labores en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Yucatán, escribo cada una de sus letras con el orgullo que me invade el ser egresada de sus aulas y de pertenecer a ellas como profesora durante todos estos años.
Me es necesario expresar gratitud a mi Alma Mater, universidad pública y laica, que me ha permitido aprender una profesión y ejercerla como docente, me ha brindado también la oportunidad de desarrollarme académicamente y al mismo tiempo como persona, logrando ser y hacer.
Tantos años, tantos proyectos, tantas ideas realizadas; agradezco el haberme proporcionado los medios para visitar diferentes zonas del país y conocer a tantas personas que me han brindado conocimiento, visión de la formación superior, del ser docente y de la relevancia que esto tiene para nuestro país.
Sé que muchas personas dicen: “yo quiero tener un buen trabajo”, refiriéndose a puestos relevantes, de poder, con todo lo que estos brindan, afortunadamente yo puedo decir que gracias a la UADY yo puedo dedicarme a lo que me apasiona y además poder vivir de hacerlo.
Por cada uno de los momentos vividos, del tenor que hayan sido, doy gracias por haberlos vivido; gracias por la confianza al apoyar proyectos que a veces sonaban algo ambiciosos o aventurados; a mis compañeros profesores (algunos de los cuales fueron y seguirán siendo mis profesores), a los alumnos que han salido y que compartieron parte de sus vidas conmigo, así como a los que aún permanecen, les doy gracias por aportarme más de lo que yo creo haberles aportado.
Sé que muchas personas dicen: “yo quiero tener un buen trabajo”, refiriéndose a puestos relevantes, de poder, con todo lo que estos brindan, afortunadamente yo puedo decir que gracias a la UADY yo puedo dedicarme a lo que me apasiona y además poder vivir de hacerlo.
Por cada uno de los momentos vividos, del tenor que hayan sido, doy gracias por haberlos vivido; gracias por la confianza al apoyar proyectos que a veces sonaban algo ambiciosos o aventurados; a mis compañeros profesores (algunos de los cuales fueron y seguirán siendo mis profesores), a los alumnos que han salido y que compartieron parte de sus vidas conmigo, así como a los que aún permanecen, les doy gracias por aportarme más de lo que yo creo haberles aportado.