Si bien, admito que al escribir el post me sentía entre azul y buenas noches, simplemente exprese mis sentimientos y mis opiniones con la misma honestidad y simpleza que lo vengo haciendo hace ya unas cuantas lluvias y noches de insomnio.
El vivir conlleva experiencias que nos pueden ocasionar diferentes sentimientos, situaciones y reacciones.
Creo que en mis ya 50 años y 18,263 días he vivido lo suficiente como para decir que tengo un panorama amplio de lo que la vida puede ser, aún en todos aquellos temas que no he experimentado, que siendo honesta, son tan pocos en relación con lo hecho, que no sería representativo, si habláramos en términos de estadísticos.
Mas las oportunidades para sorprenderse, ser herido y revalorarnos siempre están ahí, a la espera de matarnos o hacernos más fuertes.

Uno que va por la vida tratando de ser alguien con juicio moral y cierto comportamiento lo más apegado posible a lo socialmente aceptable, no se programa, por convicción, para tener la guardia alta o el muro alzado como escudo protector permanente, si lo hiciéramos así, como la mayoría de las personas lo hace, dejaríamos –los locos provocadores- de vivir a plenitud, nosotros los que hemos sido despojados del mes de abril, que vivimos entre. "aquellas pequeñas cosas, como un barquito de papel sin nombre sin patrón y sin bandera", navegando un poco a la deriva, en lo que a las emociones se refiere, en parte andamos ligeros de armas por confianza y en parte por desición, pero la realidad es que los demonios andan sueltos, y cuando estos se han propuesto clavarle el trinche a uno, pues se lo clavan, agarran su cola y sin mayor remordimiento.....se van.
Aquí la cosa consiste en cómo tomamos la herida, que valor le aplicamos y que aprendizaje obtenemos de ella.
Si todo el proceso anterior se da, paso a paso, seguramente uno es capaz de curarse la herida y seguir el camino más fortalecido, pero sabiendo en dónde o con quien no es saludable estar.
Visto así, hasta se agradece, porque al agredirnos, descomponernos y desgarrarnos sin razón ni aviso previo, -esto de vez en vez, porque tampoco es cosa de ser masoquista o tibios - es verlo como la oportunidad de conocernos más a nosotros mismos y medir cuánto hemos mejorado y que nos falta por trabajar.
Hace un tiempo no tan lejano, pase por una situación descarnada, que llegue a pensar que al superarlo no habría nada más que pudiera ser más cruel e injusto en mi vida.
En dicha ocasión sufrí, más me caí muy bien a mi misma, porque fui capaz de no responder a la agresión, pero admito que no supe evitar el demostrar mi dolor.
La semana pasada alguien, con cero importancia en mi vida, pero con gran visión para disparar al corazón, dio en el blanco y me ofreció la oportunidad de saber de qué ya soy capaz, y descubrí que no sólo me voy acercando a la resistencia pacífica, al ideal de la no respuesta a la agresión, sino de no demostrar mis sentimientos a quien realizaba su labor de trinchar mi alma y espíritu; no sólo eso, sino que he podido charlar pacíficamente con esa persona a posteriori y no sentir rencor alguno, no desearle ningún mal y hasta darle las gracias - en lo que cabe - por darme la oportunidad de verme al espejo y decirme: “Muy bien Paty, vas por buen camino”.
A algunos de mis lectores esto podría parecerles enredado –lamento no poder dar más datos- a otros, la última afirmación podría sonarles petulante, lo cual no es mi intención, siendo que además psicológicamente es positivo que uno se autovalore y se apapache cuando lo hace bien.
Por hacerme sentir fuerte, equilibrada, bondadosa, congruente y bella……GRACIAS Andrés.