Sé bien que existen muchas personas con el apellido Laviada aquí y por otros lares, que por obviedad los más de por aquí son parientes, por tanto, usan los títulos respectivos de: tíos, primos etc., más para mi, el decir desde mi infancia “Las primas Laviada” se refiere exclusivamente a dos, ambas con nombres que inician con "M", una de ellas sólo por el diminutivo de su nombre legal, con el que por cierto, muy pocos la nombran.
La verdad es que ambas comparten la bondad y generosidad propia de su cuna y de su formación humana, sé que cualquiera diría que eso no tiene chiste, pues crecieron en “familias privilegiadas”, bien, pues si por privilegio entendemos el nacer y crecer dentro de un núcleo familiar unido por los mas altos valores humanos, con una formación en el servicio a los demás, sin perder la simpatía ni los gustos por todo lo agradable , con gran sentido del ser y el deber ser, entonces si, mis amigas son unas privilegiadas. Más recordemos cuantos han crecido en las mismas condiciones y sin embargo son unos impresentables, por lo que, el que ellas sean individualmente seres humanos con mas virtudes que defectos y que sea un placer su compañía, eso, no es cualquier cosa, ni se puede encontrar fácilmente.
Iniciaré con la primera, sólo porque apareció primero en mi entorno, sólo por eso, pues ambas siendo parecidas son completamente diferentes en personalidad. Con ella se puede decir que estudie toda mi vida, primero en un colegio de monjas que dejo de serlo, y obvio cuando eso sucedió, nos encontramos en otro colegio de monjas el que nos aportó tanto para ser lo que ahora somos.
Siempre se distinguió como una persona callada, tímida y sensible, más nunca por ser tonta o poder ser manejada, lo que es conveniente aclarar, pues pareciera que lo primero llevaría a lo segundo.
Su eterna presencia en mi vida me ha dado muchas veces fortaleza y consuelo, es una persona preocupada por los demás, y aún ahora, envuelta en una vorágine de eventos personales y de trabajo, sabe buscarse el tiempo para la palabra amable y siempre compasiva, aunque también severa cuando uno se quiere escurrir de la verdad evidente.
La otra Laviada esa sí, que es otra cosa, llena también de todo lo bueno que ya mencioné, en su carácter trae algo que en el caribe se dice “jícamo”, siempre divertida, con ese cariño simpático, con ese presencia grata que estimula y que cuando se trata de defender, es tremendamente apasionada y sensible.
La M. Laviada II (se que el ponerle el II ya será objeto de que reclame “Que ella siempre es plato de segunda mesa” para mi), apareció en mi vida en la secundaria, recuerdo que las dos primeras semanas de clase no dejaba de observarla pues no podía ser mas opuesta a la otra, sentía que a lo mejor era una mutación divertida dentro de lo que yo conocía.
Todavía recuerdo sus reservas alimenticias de contrabando en pleno retiro espiritual, no me impactó que las llevara, lo que me colapsó fue la cantidad y la variedad, tarros tamaño caguama de cajeta, y que no me invitara,.....bueno sólo a un poco.
Es de respuesta pronta, para lo bueno y para lo no tan bueno, ella es directa, tratando de ser suave.
Desde pequeña ha sabido llevar grandes situaciones, a los que otros probablemente hubiéramos sucumbido con facilidad, más ella es quien es y por tanto no es imaginable que fuera como los demás.
En un selecto grupo le decimos la “Reclamos” porque es experta en reclamar hasta porque no la saludas antes que a otros, lo cual solo es muestra del cariño que siente hacia los demás; sus reclamos son tan simpáticos y oportunos, que confieso que la mayoría de las veces la provoco para conseguir la rápida reclamación y así, conseguir dos cosas: divertirme y relajarme, puesto que ella es incapaz de guardar rencores o sentir encomio por alguien.
Nunca hubiera imaginado escribir estas letras, aunque el cariño profundo y la admiración sincera existen, pero a uno no se le ocurre escribir sobre seres palpables y normales, que son sencillamente buenos y que nos rodean.
Aclaro que este post fue provocado por la “reclamadora”, pues hace unos minutos le llame por vía telefónica para hacerle una pregunta, y como andaba yo un tanto con la batería baja, tuve que sacar mi parte diabólica y provocarla para lograr retomar mi sentido del gusto por la vida, obteniendo inmediatamente el logro de mi objetivo mediante un rápido “reclamo” de la “reclamadora” oficial; fue tan divertido que en ese instante decidí que ustedes mis 9 lectores merecían saber de ese regalo tan grande que poseo: el conocer y ser apreciada por dos mujeres valientes, educadas, sencillas, trabajadoras y afectivas.
Quisiera aclarar que mi amistad no me ciega, sé que tienen, como cualquier ser humano, defectos y malos momentos, impresiones a veces no tan claras, mas sé que tienen más de lo bueno que de esto último, en la vida real encontrar y compartir con personas de esta calidad no es lo mas usual.
Conste que le advertí que lo escribiría y me lo prohibió, logrando en mí esa grata emoción amable y agradable que siempre se percibe en la presencia de ambas, con sus respuestas, su sensibilidad y sencillez que hacen sentir cómodo a cualquiera que las trate, desde el más humilde hasta el más encumbrado.
Así que el reclamo provocó estas letras, que bien a bien vienen a ser un testimonio, una forma de decirles lo que sé que ellas siempre han sabido.
Sirva este mensaje como una declaración de amistad y cariño permanente de mi parte hacia ellas, quienes me han dado cariño, consuelo y sorpresas, tanto a cambio de nada.
Gracias Mimi, gracias Mary.
La verdad es que ambas comparten la bondad y generosidad propia de su cuna y de su formación humana, sé que cualquiera diría que eso no tiene chiste, pues crecieron en “familias privilegiadas”, bien, pues si por privilegio entendemos el nacer y crecer dentro de un núcleo familiar unido por los mas altos valores humanos, con una formación en el servicio a los demás, sin perder la simpatía ni los gustos por todo lo agradable , con gran sentido del ser y el deber ser, entonces si, mis amigas son unas privilegiadas. Más recordemos cuantos han crecido en las mismas condiciones y sin embargo son unos impresentables, por lo que, el que ellas sean individualmente seres humanos con mas virtudes que defectos y que sea un placer su compañía, eso, no es cualquier cosa, ni se puede encontrar fácilmente.
Iniciaré con la primera, sólo porque apareció primero en mi entorno, sólo por eso, pues ambas siendo parecidas son completamente diferentes en personalidad. Con ella se puede decir que estudie toda mi vida, primero en un colegio de monjas que dejo de serlo, y obvio cuando eso sucedió, nos encontramos en otro colegio de monjas el que nos aportó tanto para ser lo que ahora somos.
Siempre se distinguió como una persona callada, tímida y sensible, más nunca por ser tonta o poder ser manejada, lo que es conveniente aclarar, pues pareciera que lo primero llevaría a lo segundo.
Su eterna presencia en mi vida me ha dado muchas veces fortaleza y consuelo, es una persona preocupada por los demás, y aún ahora, envuelta en una vorágine de eventos personales y de trabajo, sabe buscarse el tiempo para la palabra amable y siempre compasiva, aunque también severa cuando uno se quiere escurrir de la verdad evidente.
La otra Laviada esa sí, que es otra cosa, llena también de todo lo bueno que ya mencioné, en su carácter trae algo que en el caribe se dice “jícamo”, siempre divertida, con ese cariño simpático, con ese presencia grata que estimula y que cuando se trata de defender, es tremendamente apasionada y sensible.
La M. Laviada II (se que el ponerle el II ya será objeto de que reclame “Que ella siempre es plato de segunda mesa” para mi), apareció en mi vida en la secundaria, recuerdo que las dos primeras semanas de clase no dejaba de observarla pues no podía ser mas opuesta a la otra, sentía que a lo mejor era una mutación divertida dentro de lo que yo conocía.
Todavía recuerdo sus reservas alimenticias de contrabando en pleno retiro espiritual, no me impactó que las llevara, lo que me colapsó fue la cantidad y la variedad, tarros tamaño caguama de cajeta, y que no me invitara,.....bueno sólo a un poco.
Es de respuesta pronta, para lo bueno y para lo no tan bueno, ella es directa, tratando de ser suave.
Desde pequeña ha sabido llevar grandes situaciones, a los que otros probablemente hubiéramos sucumbido con facilidad, más ella es quien es y por tanto no es imaginable que fuera como los demás.
En un selecto grupo le decimos la “Reclamos” porque es experta en reclamar hasta porque no la saludas antes que a otros, lo cual solo es muestra del cariño que siente hacia los demás; sus reclamos son tan simpáticos y oportunos, que confieso que la mayoría de las veces la provoco para conseguir la rápida reclamación y así, conseguir dos cosas: divertirme y relajarme, puesto que ella es incapaz de guardar rencores o sentir encomio por alguien.
Nunca hubiera imaginado escribir estas letras, aunque el cariño profundo y la admiración sincera existen, pero a uno no se le ocurre escribir sobre seres palpables y normales, que son sencillamente buenos y que nos rodean.
Aclaro que este post fue provocado por la “reclamadora”, pues hace unos minutos le llame por vía telefónica para hacerle una pregunta, y como andaba yo un tanto con la batería baja, tuve que sacar mi parte diabólica y provocarla para lograr retomar mi sentido del gusto por la vida, obteniendo inmediatamente el logro de mi objetivo mediante un rápido “reclamo” de la “reclamadora” oficial; fue tan divertido que en ese instante decidí que ustedes mis 9 lectores merecían saber de ese regalo tan grande que poseo: el conocer y ser apreciada por dos mujeres valientes, educadas, sencillas, trabajadoras y afectivas.
Quisiera aclarar que mi amistad no me ciega, sé que tienen, como cualquier ser humano, defectos y malos momentos, impresiones a veces no tan claras, mas sé que tienen más de lo bueno que de esto último, en la vida real encontrar y compartir con personas de esta calidad no es lo mas usual.
Conste que le advertí que lo escribiría y me lo prohibió, logrando en mí esa grata emoción amable y agradable que siempre se percibe en la presencia de ambas, con sus respuestas, su sensibilidad y sencillez que hacen sentir cómodo a cualquiera que las trate, desde el más humilde hasta el más encumbrado.
Así que el reclamo provocó estas letras, que bien a bien vienen a ser un testimonio, una forma de decirles lo que sé que ellas siempre han sabido.
Sirva este mensaje como una declaración de amistad y cariño permanente de mi parte hacia ellas, quienes me han dado cariño, consuelo y sorpresas, tanto a cambio de nada.
Gracias Mimi, gracias Mary.
1 comentario:
pienso que los amigos son el reflejo de uno mismo.. que suerte la tuya de contar con amigas excepcionales en tu vida, serà cierto que los verdaderos amigos se conocen en la infancia??? tal parece que si.. felices fiestas¡¡
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