A veces nos preguntamos si alguien nos ama, es más, a veces
preguntamos insistentemente si nos aman, de hecho nos sentimos que es necesario
darnos y dar para merecer ese sentimiento.
La verdad es que sentimos que solo si somos amados mucho y
por muchos encontraremos la aceptación y nuestro espacio.
En estos días leyendo al Dalai Lama y a Osho, medite
nuevamente sobre el amarnos a nosotros mismos, es tan difícil observarnos
milimétricamente, reconocernos y aceptarnos para entonces en plenitud de
conocimiento amarnos.
Es complejo, porque nos es más fácil dar tiempo a alguien más
y así sentir que esa persona nos apreciará, que sentarnos a darnos tiempo a
nosotros mismos y pensar sobre nuestros deseos, ilusiones y acciones; el
sentarnos a revaluar nuestro existir es peligroso porque nos obliga, nos lleva
a tener que ver todo acerca de uno y no poder decir que no llegamos a donde
imaginamos por alguna razón distinta que nosotros mismos.
Eventualmente, somos indirectamente responsables de nuestro
dolor, si estamos inseguros por algo, sufrimos, nos enojamos con nosotros,
nuestra autovalía decrece, sin embargo no pensamos que si nos encontráramos con
un niño temeroso por ir a su primer día de escuela o por nadar por primera vez
sin flotadores, nos acercaríamos cariñosamente, le explicaríamos de que se
trata, le pediríamos que viera cuantos niños mayores van al colegio sin temor y
cuantos están nadando felices.
¿Por qué somos capaces de acallar el temor y la inseguridad
en ese niño, pero no somos capaces de darnos ese tiempo, esas palabras de
aliento a nuestro ser interior?
Hablarnos y recordar nuestras capacidades, nuestro poder,
nuestra sensibilidad.
Y justo con ello retomar la necesidad del dar, dar y claro
que seguramente nos encontraremos con personas que solo desean recibir y
recibir, eso también existe y, eventualmente, si se relacionan en cualquier
dimensión ese tipo de personalidades contrarias, encontraremos insatisfacción
en el que da, y cierto desprecio y falta de valoración de quien recibe hacia el
que está dispuesto a darle.
No podemos, en plena conciencia llegar a amar y darnos a
alguien sin antes lograrlo con nosotros, en una relación, insisto consciente,
donde de mi alma y mi mente sale el darme en una gesto del pecho a la cabeza y
hacia el otro, y no solo darme de mi interior al otro sin la conciencia de que
me doy sin permitirme crecer.
Por tanto y en consecuencia, cada vez seré más temeroso y
dependiente de los sentimientos de quienes reciben de mí para reafirmar mi yo.
Es confuso y pudiera parecer hasta egoísta, pero en la
medida que vamos acabando con nuestro interior a fuerza de darnos, nos
sentiremos seres cada vez más inferiores, con más necesidad de reconocimiento.
Por eso es importante amarnos a nosotros mismos y
consecuentemente fluir en el amor hacia los demás; a veces nos perdemos en el
amar, amamos tanto, damos tanto, que nos olvidamos de nosotros mismos, de
nutrir nuestro espíritu, de reconocernos y aceptarnos.
Tenemos que encontrar ese amor interno, para poder amar a
los demás, para poder acompañarlos, reír con ellos, sentir con ellos, darles
compasión.
El Dalai Lama define la compasión como la capacidad de salir
de nuestro interior, envolverte en las circunstancias, emociones, situaciones y
sentimientos del otro, sentir plenamente lo que el otro siente y ser capaces de
regresar a nuestro yo interno y darles paz.
Cuántas veces hemos dicho la frase: “Comprendo cómo te
sientes” y recibimos en respuesta una mirada que eventualmente replica: “Lo
dudo”.
Y es que no podemos sentir lo mismo, a menos que nos
pongamos en todas sus circunstancias, aceptándolas aun cuando no estemos de
acuerdo con ellas, pero posesionándonos de ellas para entonces de verdad sentir
su dolor, en la forma e intensidad en que lo está sintiendo.
El amor pleno e incondicional, proviene de nuestro propio
reconocimiento y amor a nosotros mismos, en plena aceptación y con la mirada
hacia nuestro interior, ese sitio que nos dice dónde estamos y que deseamos,
acompañándonos, siendo compasivos con ese ser interior, entonces podremos
darnos a nuestro entorno y lograr un balance, donde seamos plenos tanto hacia
nuestro yo interior como al darnos a los demás, de otra manera solo es el deseo
de no ver lo evidente, y buscarlo en la mirada ajena.
2 comentarios:
Un tema que nos invita obligatoriamente a reflexionar.
--Carlos
Es como en una decisión, algunos buscan al comentarle a otro un gesto de aprobación, solo si lo encuentra entonces actúa, es más bien inseguridad.
Uno tarda en conocerse por completo y mientras, uno no se ama del todo, busca que alguién más le demuestre lo que vale, para después aún inseguro, amarse.
Veo gente que cree q hay que hacer "algo especial" para ser amado.
Hay que saberse dejar amar, eso sí.
Más que comentario me resultó un soliloquio, jeje.
Otra vez Paco.
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