Sabemos que por ley de vida los hermanos son como una especie de azar, podemos compartir mucho de pequeños, mas al ir creciendo se van forjando características, se van relacionando cada quien con sus propios cada cuales y finalmente en algunas familias esto provoca mayor unión y en otras, y no por precisamente el deseo o disposición, por distancia y demas situaciones pueden crearse una distancia en tiempo y espacio que abarca etapas completas de vida.
Eventualmente la vida o alguna de las partes buscan, recorta las distancias, buscando el momento adecuado, midiendo que tanto es lo preciso, creando un plan logístico de elementos entretejidos como el amor, el interés y la concilicación.
Paso a pasito se va logrando el acercamiento, buscando puntos de encuentro, evitando
diferencias, no imponiendo verdades propias, encontrado nuevos elementos compartidos. Callando diferencias, compartiendo afinidades. cincelando gota a gota una escultura que refleje amistad, sentimientos compartidos de amor y complicidad, lealtad. Historias pasadas recreadas e historias que se escriben desde este nuevo período.
La vida me dio la oportunidad de tener varios hermanos, mas nacimos como en camadas, todos ellos juntos conviviendo y compartiendo generación y padres jóvenes, una vida difícil, que los hizo crecer con la visión del trabajo, la dedicación y la cultura del esfuerzo. Y luego llegué como un tamarindo del árbol de frente a la casa, fuera de tiempo, de época paterna y de etapa fraterna.
Eventualmente la vida o alguna de las partes buscan, recorta las distancias, buscando el momento adecuado, midiendo que tanto es lo preciso, creando un plan logístico de elementos entretejidos como el amor, el interés y la concilicación.
Paso a pasito se va logrando el acercamiento, buscando puntos de encuentro, evitando
diferencias, no imponiendo verdades propias, encontrado nuevos elementos compartidos. Callando diferencias, compartiendo afinidades. cincelando gota a gota una escultura que refleje amistad, sentimientos compartidos de amor y complicidad, lealtad. Historias pasadas recreadas e historias que se escriben desde este nuevo período.
La vida me dio la oportunidad de tener varios hermanos, mas nacimos como en camadas, todos ellos juntos conviviendo y compartiendo generación y padres jóvenes, una vida difícil, que los hizo crecer con la visión del trabajo, la dedicación y la cultura del esfuerzo. Y luego llegué como un tamarindo del árbol de frente a la casa, fuera de tiempo, de época paterna y de etapa fraterna.
Fui un juguete inesperado, pues ellos ya estaban a punto de iniciar sus vidas, quedando yo en calidad de observadora, para observar varias películas en paralelo diariamente.
Habiendo tomado la costumbre este año de escribir acerca de mis afectos más cercanos en torno a la fecha de su cumpleaños, en este caso el protagonista, dada la intensidad de su vida y personalidad, me obliga a reprimirme a unas cuantas anécdotas acerca de uno de mis personajes favoritos, mi hermano Eduardo.
Habiendo tomado la costumbre este año de escribir acerca de mis afectos más cercanos en torno a la fecha de su cumpleaños, en este caso el protagonista, dada la intensidad de su vida y personalidad, me obliga a reprimirme a unas cuantas anécdotas acerca de uno de mis personajes favoritos, mi hermano Eduardo.
Eduardo nació para traer felicidad a muchos, especialmente a mis padres, su capacidad de dar cariño, de sacar sonrisas es tan grande que te hace feliz aún en cuando esté torturándote, en el buen sentido siempre.
Es de las personas que puede repetirte una frase mil veces seguidas, estar harto uno de la frase y de quien la emite y aún así seguir riendo.
En las pocas reuniones familiares que hemos tenido, siempre las aventuras de Eduardo son las que llevan la alegría.
De pequeño tomo camino por el centro de la ciudad, saliendo como si nada de casa de la abuela paterna en busca de algo, probablemente de aventuras mas retadoras que las que ofrecían los primos Ancona, llego hasta la Plaza Grande, entablando charla, según me cuentan, con un soldado, quien terminado su turno se llevo al infante a su casa y después de comer regreso a su guardia depositando a su nuevo amiguito en el mismo sitio donde lo encontró (uno se pregunta por qué no lo llevo a la policía, pero Mérida, nuestra Mérida era otra y sus guardianes también), regresando feliz el niño a la casa de la abuela, en donde mientras, había gran revuelo en búsqueda del primer hijo varón, del único hijo varón, ¡Horror! O sea, casi la joya de la corona, la tensión era imposible de soportar.
Al verlo llegar campante y como quien se lleva la vida por montera, dícese que mi padre lo poso sobre sus rodillas dándole de nalgadas en tal cantidad y con tal puntería que la maneo paterna quedo marcada en la posaderas de mi hermano, como advertencia imborrable. Al paso de los días mi abuela materna, le preguntó al niño:” ¿Te volverías a ir?”, respondiendo el infante:” ¿Tienes más alcohol Chichí?”
Con eso ya pintaba, fue el que más apegado estuvo a mi padre, debido a que mi familia debió cambiar de lugar de residencia con cierta regularidad y Eduardo era quien partía primero con mis padres pues….."su trayectoria" le precedía, siendo que mis demas hermanos permanecían con mi abuela materna, hermosa dama campechana quien nos ejemplifico con su vida lo que es el resultado del esfuerzo, la dedicación y el trabajo.
En una de esas extrañas etapas en las que Eduardo permaneció con mi Chichí, decidió subirse al techo de esa casona de la calle 65, mi abuela que su vida se dividía en trabajar, rezar y descansar, en ese orden, empezó a oír como caían piedras del techo a la terraza central de la casa, saliendo y observando como mi hermano de unos 11 años corría divertidísimo aventando piedras a la casa, ella con su tono de autoridad le indico que bajara o pagaría las consecuencias, el adolescente poco creyente en la consecuencia que su acción tendría, persistió en su actuar.
Mi abuela que era más propia de acciones que de palabras, entro a su casa y saco una caja que contenía uno de los mayores tesoros de mi hermano, su colección de cuentos, y advirtió: “Bájate de una vez, y si tiras mas piedras será un cuento por cada piedra”, el crédulo aprendiz de chico banda aventó su piedra y el ¡Chrash! del primer cuento roto fue el seco sonido en respuesta, enfurecido el joven galán tiró otra y nuevamente un cuento cedió ante la fuerza de mi abuela, no se sabe o no recuerdo si me dijeron cuantos cuentos fueron rotos, pero sí recuerdo que las piedras pararon de llegar al piso.
Por esa mis época, el mismo personaje decidió salir en paños menores a la calle, asumo que huyendo de alguna pillería (como robarse una bola de almendra molida de la nevera de la abuela), siendo el Tío Humberto el designado para perseguirlo en su automóvil por la calle 65, el joven que ya pintaba para regirse de la estrategia como norma de vida, entonces empezó a correr a la inversa de la circulación del tránsito, impidiendo que el tío lo alcanzara, sin pensar que éste por edad, fuerza y altura podría atraparlo, lo cual logró, pensando que llevar al muchacho a la policía y dejarlo ahí unas horas sería un buen método de para corregir lo incorregible, hecho lo anterior, regreso a las dos o tres horas, encontrando a mi hermano con los policías y la radio que controlaba las patrullas de aquella época, en plena algarabía y jovialidad.
Características que conjugadas, por su sana picardía, sucompañerismo, su alegría por gozar la vida y los bienes que esta posee y brinda, desde un x´nipek con tortilla como único alimento de almuerzo hasta compartir con sus amigos, pareciendo que donde estuviera él seguramente pequeños, medianos y grandes tendrían su dosis de diversión, sin ofensa alguna y muchas veces sin defensa posible.
No podría terminar sin incluir una anécdota con mi madre.
Siendo sábado por la noche, el galán trajeado con todo y corbata se encontraba bajo el volante de su automóvil tratando de arrancarlo directamente pues ya era tarde para la cita, mi madre salió conmigo de la mano y pregunto con ese tono autoritariamente familiar: ”Eduardo ¿Podrías dejarme de pasada en casa de tu tía?” a lo que el aprendiz de mecánico respondió con una serie de improperios tales como: “¿Qué no ves que voy retrasado y que esto no arranca …¡Me lleva!”
Para mi madre eso era suficiente, solo me dijo: “Quédate aquí”, entro a la casa, saco un cubo de metal, abrió la llave del agua del jardín, lleno el cubo, camino hacia el joven trajeado y vertió sobre él toda el agua contenida en el cubo, provocando que mi hermano saliera como un personaje de caricatura, enfurecido y de un solo brinco de abajo del volante, gritando el abecedario, mi madre asentó el cubo, me tomo de la mano y nos fuimos caminando.
Ese es mi hermano Eduardo, el dulce, el del relajo sano, el amigo de todos, el del corazón abierto.
De aquellas personas que uno no se cansa de escucharlas, las que al partir te dejan una sensación de bien estar.
Es de las personas que puede repetirte una frase mil veces seguidas, estar harto uno de la frase y de quien la emite y aún así seguir riendo.
En las pocas reuniones familiares que hemos tenido, siempre las aventuras de Eduardo son las que llevan la alegría.
De pequeño tomo camino por el centro de la ciudad, saliendo como si nada de casa de la abuela paterna en busca de algo, probablemente de aventuras mas retadoras que las que ofrecían los primos Ancona, llego hasta la Plaza Grande, entablando charla, según me cuentan, con un soldado, quien terminado su turno se llevo al infante a su casa y después de comer regreso a su guardia depositando a su nuevo amiguito en el mismo sitio donde lo encontró (uno se pregunta por qué no lo llevo a la policía, pero Mérida, nuestra Mérida era otra y sus guardianes también), regresando feliz el niño a la casa de la abuela, en donde mientras, había gran revuelo en búsqueda del primer hijo varón, del único hijo varón, ¡Horror! O sea, casi la joya de la corona, la tensión era imposible de soportar.
Al verlo llegar campante y como quien se lleva la vida por montera, dícese que mi padre lo poso sobre sus rodillas dándole de nalgadas en tal cantidad y con tal puntería que la maneo paterna quedo marcada en la posaderas de mi hermano, como advertencia imborrable. Al paso de los días mi abuela materna, le preguntó al niño:” ¿Te volverías a ir?”, respondiendo el infante:” ¿Tienes más alcohol Chichí?”
Con eso ya pintaba, fue el que más apegado estuvo a mi padre, debido a que mi familia debió cambiar de lugar de residencia con cierta regularidad y Eduardo era quien partía primero con mis padres pues….."su trayectoria" le precedía, siendo que mis demas hermanos permanecían con mi abuela materna, hermosa dama campechana quien nos ejemplifico con su vida lo que es el resultado del esfuerzo, la dedicación y el trabajo.
En una de esas extrañas etapas en las que Eduardo permaneció con mi Chichí, decidió subirse al techo de esa casona de la calle 65, mi abuela que su vida se dividía en trabajar, rezar y descansar, en ese orden, empezó a oír como caían piedras del techo a la terraza central de la casa, saliendo y observando como mi hermano de unos 11 años corría divertidísimo aventando piedras a la casa, ella con su tono de autoridad le indico que bajara o pagaría las consecuencias, el adolescente poco creyente en la consecuencia que su acción tendría, persistió en su actuar.
Mi abuela que era más propia de acciones que de palabras, entro a su casa y saco una caja que contenía uno de los mayores tesoros de mi hermano, su colección de cuentos, y advirtió: “Bájate de una vez, y si tiras mas piedras será un cuento por cada piedra”, el crédulo aprendiz de chico banda aventó su piedra y el ¡Chrash! del primer cuento roto fue el seco sonido en respuesta, enfurecido el joven galán tiró otra y nuevamente un cuento cedió ante la fuerza de mi abuela, no se sabe o no recuerdo si me dijeron cuantos cuentos fueron rotos, pero sí recuerdo que las piedras pararon de llegar al piso.
Por esa mis época, el mismo personaje decidió salir en paños menores a la calle, asumo que huyendo de alguna pillería (como robarse una bola de almendra molida de la nevera de la abuela), siendo el Tío Humberto el designado para perseguirlo en su automóvil por la calle 65, el joven que ya pintaba para regirse de la estrategia como norma de vida, entonces empezó a correr a la inversa de la circulación del tránsito, impidiendo que el tío lo alcanzara, sin pensar que éste por edad, fuerza y altura podría atraparlo, lo cual logró, pensando que llevar al muchacho a la policía y dejarlo ahí unas horas sería un buen método de para corregir lo incorregible, hecho lo anterior, regreso a las dos o tres horas, encontrando a mi hermano con los policías y la radio que controlaba las patrullas de aquella época, en plena algarabía y jovialidad.
Características que conjugadas, por su sana picardía, sucompañerismo, su alegría por gozar la vida y los bienes que esta posee y brinda, desde un x´nipek con tortilla como único alimento de almuerzo hasta compartir con sus amigos, pareciendo que donde estuviera él seguramente pequeños, medianos y grandes tendrían su dosis de diversión, sin ofensa alguna y muchas veces sin defensa posible.
No podría terminar sin incluir una anécdota con mi madre.
Siendo sábado por la noche, el galán trajeado con todo y corbata se encontraba bajo el volante de su automóvil tratando de arrancarlo directamente pues ya era tarde para la cita, mi madre salió conmigo de la mano y pregunto con ese tono autoritariamente familiar: ”Eduardo ¿Podrías dejarme de pasada en casa de tu tía?” a lo que el aprendiz de mecánico respondió con una serie de improperios tales como: “¿Qué no ves que voy retrasado y que esto no arranca …¡Me lleva!”
Para mi madre eso era suficiente, solo me dijo: “Quédate aquí”, entro a la casa, saco un cubo de metal, abrió la llave del agua del jardín, lleno el cubo, camino hacia el joven trajeado y vertió sobre él toda el agua contenida en el cubo, provocando que mi hermano saliera como un personaje de caricatura, enfurecido y de un solo brinco de abajo del volante, gritando el abecedario, mi madre asentó el cubo, me tomo de la mano y nos fuimos caminando.
Ese es mi hermano Eduardo, el dulce, el del relajo sano, el amigo de todos, el del corazón abierto.
De aquellas personas que uno no se cansa de escucharlas, las que al partir te dejan una sensación de bien estar.
Es un juguetón de la vida.
El que sabe disciplina y disciplinar con objetivo, no es el hombre perfecto, ni pretende serlo, pues el mismo dice encontrarse en permanente aprendizaje.
Unido a su familia, sé cuanto los ama y le preocupan, pues para él son un núcleo de amor, apoyo y consuelo mutuo.
No importa cuánto hayan tardado nuestros caminos en cruzarse, lo importante es que sucedió cuando más le necesitaba para gozarlo y amarlo.
p.d. Gracias a quien se paso transcribiendo y re-transcribiendo estas letras, ante mi incapacidad para aporrear las teclas a gusto.
5 comentarios:
Emotivo y entrañable... y no sabes qué gusto, cuánta emoción me da leerte.
Esa eres tú, Pango. La sigues siendo...
T.
P.D. Hay tanto para conversar, a ver cuándo se nos hace.
Querida Paty, qué gusto me da que te hayas incorporado de nuevo (aunque con un amanuense, según aclaras al final de tuescrito). (Algo me dijo Teté de tu accidente y del estado de tu visión, y sé que no has podido ir a la Facultad por ese motivo). Espero que estés mejorando, y veo con felicidad que ya tu ánimo y tus ganas te permiten recuperar la pluma del teclado.
Pues me ha gustado también esta evocación de tu hermano y este retrato pintoresco que haces de él. Realmente lo consigues porque ya siento que o conozco o que lo traté alguna vez, después de leer tu decripción psicológica y el anecdotario mínimo de Eduardo, que a todos tus lectores nos ha caído estupendsamente bien (como aseguras, y no lo dudo, que siempre ha ocurrido en persona).
Un abrazo muy afectuoso, deseando que te sientas mejor y pronto nos veamos.
Carlos P.
Gracias Maestra por compartir estas historias.
Que tenga buen día!
Cindy Gómez
Hola Maestra!!
No había pasado a comentarle, su escrito mantiene su frescura, como si le estuviera escuchando, gracias por compartir y contagiarnos buena vibra!!!
Espero que se encuentre bien, un abrazo.
Paco
Ayer en el seminario de IVP escuché que hizo un comentario referente a esta página. Obviamente por el tiempo en el que estuve separado de usted (física mas no mentalmente)ignoraba que tuviera este espacio. Me llamó mucho la atención este relato que escribió acerca de su hermano. Lo leí y sencillamente me encantó. Al leer sus palabras en la forma que escribe es tan fácil imaginarse las situaciones que relata. Reitero lo que le escribí en el mensaje que le envié después de la primera sesión del curso... Ahora solo tengo una cuestión: No se que es mejor, ¿escuharla o leerla? :) definitivamente es mantenerse cerca y en contacto con usted. Que tenga un bonito fin de semana y la cámara roja haya cubierto sus expectativas :) Sinceramente Erik Canché
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