Como todo en la vida, hay su parte buena y otra no tan buena, lo negro y la blanco. Permítanme mis queridos lectores relatarles ahora la fase clínica del Porrazo Divino.
Por puro complejo he desarrollado una amplia aura de dolor, lo que significa que algún dolor por el cual alguien estaría pegando de gritos, una servidora por complejo, se somete a aguantar dolor, llanto y vejaciones.
Es triste reseñar lo siguiente, pero es algo que no puedo dejar de hacer.
Por años la Clínica de Mérida, si, esa que ahora parece una mezcla de clínica, centro de oficinas y mall gringo medio venido a menos, esa clinica fue para mí un espacio de seguridad, amabilidad y buen trato, por toda mi larga vida.
Por puro complejo he desarrollado una amplia aura de dolor, lo que significa que algún dolor por el cual alguien estaría pegando de gritos, una servidora por complejo, se somete a aguantar dolor, llanto y vejaciones.
Es triste reseñar lo siguiente, pero es algo que no puedo dejar de hacer.
Por años la Clínica de Mérida, si, esa que ahora parece una mezcla de clínica, centro de oficinas y mall gringo medio venido a menos, esa clinica fue para mí un espacio de seguridad, amabilidad y buen trato, por toda mi larga vida.
Pasando por aquellos sillones de los años cincuenta, sus ladrillos rosa de variadas formas y colores, según las áreas ampliadas subsecuentes.
Médicos dedicados como los Drs. Navarrete Ruiz del Hoyo y Colomé, médicos humanos y entregados como los Laviada (Eduardo, Antonio, Hugo), incluidos los yernos Navarrete y Rivero; Drs. como Rosado, Escalante, Montero, Rossel, Muñoz padre e hijo, son sólo algunos ejemplos de porqué, ese sitio era para mi, sagrado y seguro.
En el he pasado largas estancias por mis operaciones, sintiéndome atendida y entendida, “salvo los domingos”, en que ponían enfermeras suplentes, por lo que en una ocasión, una de ellas se entercó en darme las medicinas del enfermo del cuarto 15 y al él las del 16 (que era yo), terca ella sólo por no saber entender el numero escrito en el sobrecito donde le dejaban preparadas las medicinas; el 15 operado de vesícula y yo de columna, afortunadamente el cambio de sales, no nos mato, pero insisto, yo si me di cuenta pero me las tuve que tomar bajo protesta; errores así, que quedan en el olvido y liviandad del hoyo negro, en la seguridad de que si uno empeora, ¿Quién pensaría en una confusión medicinal?
Alguien que como yo, ha pasado por 4 mielografias, de las cuales en sólo una de ellas he sido punzada en la columna en 8 ocasiones seguidas, en menos de 3 horas, para infiltrar liquido de contraste, por un técnico radiólogo inexperto en carnes como las mías; he tratando ser una buena paciente, el día de las punzadas, no emití quejido alguno, limitándome solo a morder la sabana y a que me he ganado la calidad moral de decir, que sé aguantarme el dolor, lo que trae como consecuencia que si uno no estalla en estertores de altos decibeles, entonces, se asume que no te duele y por tanto, no pasa nada, según los efímeros conocimientos médicos de urgencias en dicha clínica.
Marcaré literalmente mi experiencia, con la esperanza de que alguien influyente o interesado en que dicha clínica la mejore no solo de forma, sino de fondo al leer estas líneas, que son escritas con profunda serenidad y profesionalismo de enferma calificada. Puntualmente:
1. Fui recibida por la amable y calida atención de Jorge Navarrete, esposo de mi entrañable amiga Mimí, por lo cual todo fluyó esplendorosamente, silla amplia, traslado a rayos X y petición al especialista de que esperara los resultados, como un favor.
2. En rayos X, ya sin el Dr. Navarrete presente, siendo yo una persona con dos hernias de columna actualmente, con dos operaciones de columna ya pasadas, recién aporreada en el piso, con golpes específicos en el codo izquierdo, rotula derecha y un tirón muscular de espalda que oprimía el ciático, se me indicó subir 2 escalones en una micro escalerilla para saltar a una mesa de rayos X, después de varios intentos, solicité la posibilidad de ser radiografiada en una mesa mas baja, la cual me dijeron que no estaba prendida, pero OK.
Primera pregunta, ¿No pudieron darme un sencillo analgésico antes de someterme a tantos manoseos y empujones?, viendo mi volumen y aclaradas las zonas, ¿No se pudo acaso, encender la maquina baja, a una altura mas accesible para mi, maquina que sólo tardó 10 minutos en estar lista?
3. Terminadas las radiografías y correteando a la radióloga, entró el especialista quien me dijo que no tenia yo nada roto (cosa que yo ya sabía y les había indicado), me preguntó mi peso y si era diabética, a lo que respondí, agregando, por mi propia iniciativa, los otros medicamentos que tomo, quedando el especialista impactado por el primero de ellos, dándose la vuelta mientras se retiraba, oyendo a la distancia lo que trataba yo de decirle: “Tengo hernia hiatal, por favor que sea pura inyección”. Desapareciendo de mi vista y de mi vida.
4. Apareció nuevamente el amable y agradable doctor Navarrete acompañándome de vuelta a urgencias, en donde fui puesta a la entrada, sentada en la silla de ruedas, siendo que ya lo principal había pasado según yo, pues ya había receta y estaba en espera de ser inyectada, le agradecí su presencia y apoyo, y le pedi que no se siguiera desgastando en la espera.
¡Qué gran error el mío!, desapareciendo el Dr. Navarrete, me dejaron en esa esquina a las puertas de URGENCIAS en espera por dos horas y veinte minutos, tiempo en el que sólo salía y entraba de uno de los consultorios un joven en bata blanca. que no tenia siquiera identificacion o nombre bordado en dicha prenda, quien al preguntarle a la recepcionista sobre la receta del Dr. para mi, me atreví a atraer su atención con el fin de indicarle mis males y los medicamentos prescritos en mi tratamiento regular, e insistí en que tenia yo que ser inyectada, puesto que los desinflamatorios me lastimaban el estomago; aclaro que además contaba yo con la cariñosa y grata compañía de seres cercanos, quienes debían de ir y venir de la caja a la farmacia y de vuelta a URGENCIAS, tantas veces como la recepcionista externa de dicha área lo quiso, con indicaciones confusas, con cara de amargura y mientras platicaba por teléfono en llamada personal, pues sin pudor alguno se podía entender la temática de dichas llamadas, repito usando un telefono del área de URGENCIAS.
5. Al tener las medicinas, uno de mis acompañantes notó que eran pastillas y no inyecciones, haciéndoselo saber tanto a la recepcionista como al aspirante a medico, ese ser humano, flaco translucido y con cara de ser de otra dimensión, que bien podría ser un holograma por su inexistente presencia real, en estado aparente de evasión, el cual respondió: "Que eso es lo que había enviado el especialista y que ni modo"; se le insistió, respondiendo los dos a coro (él y ella), que llamarían a dicho especialista para confirmar o cambiar el medicamento, notarán que omito el nombre del especialista, porque no pasé el tiempo suficiente con él como para saber su calidad medica y humana, siendo que además si sé lo que le indiqué y que no tomó en cuenta e ignoró al hacer la receta, pues dicho medicamente sólo viene en presentación de pastillas, tal sería su prisa en irse ...........o su interés en deshacerse de mi.
6. Después de mucha presión de mis acompañantes, de que pasaban los minutos y las horas, de que yo veía que gente entraba y salía del cuarto del extraterrestre, sin recibir yo atención ni palabra alguna de orientación sobre lo que sucedía, siguiendo en esa incomoda silla en el rincón, me paré y dije con voz calmada pero determinante: que me iba al CEMA, que era paciente subrogada de la UADY, que mi institución siempre pagaba todas sus deudas sin reclamo alguno, que el servicio que me estaban dando era deficiente e inhumano, para voltear y dirigirme a todas las personas presentes diciéndoles: “Miren lo que me sucede a mi, siendo que una institución me respalda, ¿Qué esperan que hagan por ustedes, quienes están haciendo un esfuerzo por pagar un servicio caro y deficiente?”, todos se quedaron viéndose entre si, y me vieron a mi, con sus miradas y lenguaje no verbal indicaban: esta mujer tiene razón.
Médicos dedicados como los Drs. Navarrete Ruiz del Hoyo y Colomé, médicos humanos y entregados como los Laviada (Eduardo, Antonio, Hugo), incluidos los yernos Navarrete y Rivero; Drs. como Rosado, Escalante, Montero, Rossel, Muñoz padre e hijo, son sólo algunos ejemplos de porqué, ese sitio era para mi, sagrado y seguro.
En el he pasado largas estancias por mis operaciones, sintiéndome atendida y entendida, “salvo los domingos”, en que ponían enfermeras suplentes, por lo que en una ocasión, una de ellas se entercó en darme las medicinas del enfermo del cuarto 15 y al él las del 16 (que era yo), terca ella sólo por no saber entender el numero escrito en el sobrecito donde le dejaban preparadas las medicinas; el 15 operado de vesícula y yo de columna, afortunadamente el cambio de sales, no nos mato, pero insisto, yo si me di cuenta pero me las tuve que tomar bajo protesta; errores así, que quedan en el olvido y liviandad del hoyo negro, en la seguridad de que si uno empeora, ¿Quién pensaría en una confusión medicinal?
Alguien que como yo, ha pasado por 4 mielografias, de las cuales en sólo una de ellas he sido punzada en la columna en 8 ocasiones seguidas, en menos de 3 horas, para infiltrar liquido de contraste, por un técnico radiólogo inexperto en carnes como las mías; he tratando ser una buena paciente, el día de las punzadas, no emití quejido alguno, limitándome solo a morder la sabana y a que me he ganado la calidad moral de decir, que sé aguantarme el dolor, lo que trae como consecuencia que si uno no estalla en estertores de altos decibeles, entonces, se asume que no te duele y por tanto, no pasa nada, según los efímeros conocimientos médicos de urgencias en dicha clínica.
Marcaré literalmente mi experiencia, con la esperanza de que alguien influyente o interesado en que dicha clínica la mejore no solo de forma, sino de fondo al leer estas líneas, que son escritas con profunda serenidad y profesionalismo de enferma calificada. Puntualmente:
1. Fui recibida por la amable y calida atención de Jorge Navarrete, esposo de mi entrañable amiga Mimí, por lo cual todo fluyó esplendorosamente, silla amplia, traslado a rayos X y petición al especialista de que esperara los resultados, como un favor.
2. En rayos X, ya sin el Dr. Navarrete presente, siendo yo una persona con dos hernias de columna actualmente, con dos operaciones de columna ya pasadas, recién aporreada en el piso, con golpes específicos en el codo izquierdo, rotula derecha y un tirón muscular de espalda que oprimía el ciático, se me indicó subir 2 escalones en una micro escalerilla para saltar a una mesa de rayos X, después de varios intentos, solicité la posibilidad de ser radiografiada en una mesa mas baja, la cual me dijeron que no estaba prendida, pero OK.
Primera pregunta, ¿No pudieron darme un sencillo analgésico antes de someterme a tantos manoseos y empujones?, viendo mi volumen y aclaradas las zonas, ¿No se pudo acaso, encender la maquina baja, a una altura mas accesible para mi, maquina que sólo tardó 10 minutos en estar lista?
3. Terminadas las radiografías y correteando a la radióloga, entró el especialista quien me dijo que no tenia yo nada roto (cosa que yo ya sabía y les había indicado), me preguntó mi peso y si era diabética, a lo que respondí, agregando, por mi propia iniciativa, los otros medicamentos que tomo, quedando el especialista impactado por el primero de ellos, dándose la vuelta mientras se retiraba, oyendo a la distancia lo que trataba yo de decirle: “Tengo hernia hiatal, por favor que sea pura inyección”. Desapareciendo de mi vista y de mi vida.
4. Apareció nuevamente el amable y agradable doctor Navarrete acompañándome de vuelta a urgencias, en donde fui puesta a la entrada, sentada en la silla de ruedas, siendo que ya lo principal había pasado según yo, pues ya había receta y estaba en espera de ser inyectada, le agradecí su presencia y apoyo, y le pedi que no se siguiera desgastando en la espera.
¡Qué gran error el mío!, desapareciendo el Dr. Navarrete, me dejaron en esa esquina a las puertas de URGENCIAS en espera por dos horas y veinte minutos, tiempo en el que sólo salía y entraba de uno de los consultorios un joven en bata blanca. que no tenia siquiera identificacion o nombre bordado en dicha prenda, quien al preguntarle a la recepcionista sobre la receta del Dr. para mi, me atreví a atraer su atención con el fin de indicarle mis males y los medicamentos prescritos en mi tratamiento regular, e insistí en que tenia yo que ser inyectada, puesto que los desinflamatorios me lastimaban el estomago; aclaro que además contaba yo con la cariñosa y grata compañía de seres cercanos, quienes debían de ir y venir de la caja a la farmacia y de vuelta a URGENCIAS, tantas veces como la recepcionista externa de dicha área lo quiso, con indicaciones confusas, con cara de amargura y mientras platicaba por teléfono en llamada personal, pues sin pudor alguno se podía entender la temática de dichas llamadas, repito usando un telefono del área de URGENCIAS.
5. Al tener las medicinas, uno de mis acompañantes notó que eran pastillas y no inyecciones, haciéndoselo saber tanto a la recepcionista como al aspirante a medico, ese ser humano, flaco translucido y con cara de ser de otra dimensión, que bien podría ser un holograma por su inexistente presencia real, en estado aparente de evasión, el cual respondió: "Que eso es lo que había enviado el especialista y que ni modo"; se le insistió, respondiendo los dos a coro (él y ella), que llamarían a dicho especialista para confirmar o cambiar el medicamento, notarán que omito el nombre del especialista, porque no pasé el tiempo suficiente con él como para saber su calidad medica y humana, siendo que además si sé lo que le indiqué y que no tomó en cuenta e ignoró al hacer la receta, pues dicho medicamente sólo viene en presentación de pastillas, tal sería su prisa en irse ...........o su interés en deshacerse de mi.
6. Después de mucha presión de mis acompañantes, de que pasaban los minutos y las horas, de que yo veía que gente entraba y salía del cuarto del extraterrestre, sin recibir yo atención ni palabra alguna de orientación sobre lo que sucedía, siguiendo en esa incomoda silla en el rincón, me paré y dije con voz calmada pero determinante: que me iba al CEMA, que era paciente subrogada de la UADY, que mi institución siempre pagaba todas sus deudas sin reclamo alguno, que el servicio que me estaban dando era deficiente e inhumano, para voltear y dirigirme a todas las personas presentes diciéndoles: “Miren lo que me sucede a mi, siendo que una institución me respalda, ¿Qué esperan que hagan por ustedes, quienes están haciendo un esfuerzo por pagar un servicio caro y deficiente?”, todos se quedaron viéndose entre si, y me vieron a mi, con sus miradas y lenguaje no verbal indicaban: esta mujer tiene razón.
Pero somos mexicanos, estamos acostumbrados a aceptar, no a detentar nuestros derechos; a extender la mano pidiendo favores, como si no pagaramos el servicio que nos estan dando; a permanecer callados e inmutables ante los atropellos, pues entonces seremos llamados conflictivos, agresivos y groseros, cuando psicologica y humanamente mas grosería y agresión es la que ya había yo recibido: sin tomarme en cuenta por horas, sentada sin pasarme a una cama, mientras se iba y venia por farmacia, caja, llamada al especialista, etc.
7. Hablé por celular frente a la recepcionista, la cual ni se inmutaba, con mi amiga Mimi, con la esperanza de que al oír apellidos como los de grandes médicos que han pasado y dejado sus enseñanzas y vida en dicho sitio, les moviera algo a estos personajes, no logré absolutamente nada, pues sólo estan para hacer la finta de que trabajan, mientras detentan el nombre de la clinica en su uniforme y charlan por telefono, o entran y salen de su cuartito de descanso sin llamar al especialista, total: que la obesa que solo se cayó y no se rompió o quebro nada, se aguante.
8. Llamé a mi Director para informar que me iba al CEMA.
Decidí irme, más ya arrastrandome a mi vehiculo, rodeada de cariñosas manos de apoyo, me frené, y con gran dolor regrese caminando sobre mis propios pasos, pensando en que doy conferencias y clases, donde insto a mis alumnos y publico a cumplir con sus obligaciones y a exigir sus derechos, que debemos hacerlo como ciudadanos para que tengamos un mejor país y una mejor calidad de vida, para respetar y ser respetados; sentía que al irme no estaba siendo congruente, además de que estaba permitiendo que le cobraran a la UADY, un servicio de urgencias, a donde nunca fui admitida; silla de ruedas; rayos X de múltiples placas que no requería; medicinas carísimas que no me servían; consulta de un medico especialista desesperado por irse, que duró sumando todos los tiempos que compartimos menos de 10 minutos; consulta del ser hologramico de urgencias, el cual me oyó por no más de 8 minutos, cuando le expliqué mi medicamentación usual, y que se negó a llamar al especialista para cambiar las tabletas por inyección, hasta que con firmeza pero sin grosería, ni altanería alguna, exigí ser tratada de acuerdo a lo que convenia, como todo ser humano dolido y asustado.
7. Hablé por celular frente a la recepcionista, la cual ni se inmutaba, con mi amiga Mimi, con la esperanza de que al oír apellidos como los de grandes médicos que han pasado y dejado sus enseñanzas y vida en dicho sitio, les moviera algo a estos personajes, no logré absolutamente nada, pues sólo estan para hacer la finta de que trabajan, mientras detentan el nombre de la clinica en su uniforme y charlan por telefono, o entran y salen de su cuartito de descanso sin llamar al especialista, total: que la obesa que solo se cayó y no se rompió o quebro nada, se aguante.
8. Llamé a mi Director para informar que me iba al CEMA.
Decidí irme, más ya arrastrandome a mi vehiculo, rodeada de cariñosas manos de apoyo, me frené, y con gran dolor regrese caminando sobre mis propios pasos, pensando en que doy conferencias y clases, donde insto a mis alumnos y publico a cumplir con sus obligaciones y a exigir sus derechos, que debemos hacerlo como ciudadanos para que tengamos un mejor país y una mejor calidad de vida, para respetar y ser respetados; sentía que al irme no estaba siendo congruente, además de que estaba permitiendo que le cobraran a la UADY, un servicio de urgencias, a donde nunca fui admitida; silla de ruedas; rayos X de múltiples placas que no requería; medicinas carísimas que no me servían; consulta de un medico especialista desesperado por irse, que duró sumando todos los tiempos que compartimos menos de 10 minutos; consulta del ser hologramico de urgencias, el cual me oyó por no más de 8 minutos, cuando le expliqué mi medicamentación usual, y que se negó a llamar al especialista para cambiar las tabletas por inyección, hasta que con firmeza pero sin grosería, ni altanería alguna, exigí ser tratada de acuerdo a lo que convenia, como todo ser humano dolido y asustado.
En este país confundimos el caracter con el mal caracter o la grosería, hay que ser pasivos, calladitos, del monton.
Al llegar a ese punto, las personas esperando en urgencias, que llevaban viéndome casi 4 horas ahí, y que con asombro me vieron retornar, movieron las cabezas y murmuaban sonriendomeme, me daban la razón implícitamente; fué el momento en que el extraterrestre salió y le pedí hablar con él en privado en su consultorio, a lo que se negó diciendo “Esta usted alterada y me siento agredido”, le pregunté su nombre y me respondió: “no tengo porque dárselo”, como si esa actitud por sí misma no fuera una agresión; en ese instante apareció,por arte de magia, un medico mayor, que me dijo: “Señora, ya se le ofreció una inyección intramuscular, por favor cálmese y permita que se la apliquen”, le dije: “Calmada estoy, sólo deseo ser tratada como un ser humano, adolorido y asustado, a la que hasta este instante le ofrecen la inyeccion que usted menciona, deseo la atencion equivalente a mis derechos, además de que deseo saber el nombre de este sujeto”, y me respondió: “ pase usted a urgencias, le inyectaran y el es el Dr. Díaz”.
10. Entre a urgencias casi 4 horas después de mi accidente, me recosté en una cama cómoda y suave, vino una amable enfermera que me inyectó, sin dar tiempo a que vinieran de la farmacia con la medicina, por lo cual le pregunte que me estaba aplicando, respondiéndome “la medicina indicada, cuado la traigan se repone”, después me inyecto por segunda vez “un relajante muscular” y me entrego una caja de analgésicos.
A la salida de urgencias, de lado derecho antes de la puerta, hay una pizarra con frases motivadoras y caritativas, como: “Cada vez que me miras y me ignoras es igual que si me abofetearas”, o algo parecido, en eso entraba la recepcionista con la mirada al piso, y le pregunte. ¿Ya leyó usted esto?, inútil, no me respondió.
11. Al salir me esperaba el medico que le dio movimiento a todo, al que le di las gracias, el extraterrestre me dijo: “Espero que se recupere”, no pude evitar quedármele viendo fijamente a los ojos hasta que se perdió en el oscuro recinto de su zona de descanso.
12. Me pregunto: ¿Si llegaba yo con un infarto? Me hubiera muerto. ¿Si mis actuales hernias se complicaban por los movimientos circenses innecesarios de la primera mesa de rayos X? Ellos no eran responsables.
Al llegar a ese punto, las personas esperando en urgencias, que llevaban viéndome casi 4 horas ahí, y que con asombro me vieron retornar, movieron las cabezas y murmuaban sonriendomeme, me daban la razón implícitamente; fué el momento en que el extraterrestre salió y le pedí hablar con él en privado en su consultorio, a lo que se negó diciendo “Esta usted alterada y me siento agredido”, le pregunté su nombre y me respondió: “no tengo porque dárselo”, como si esa actitud por sí misma no fuera una agresión; en ese instante apareció,por arte de magia, un medico mayor, que me dijo: “Señora, ya se le ofreció una inyección intramuscular, por favor cálmese y permita que se la apliquen”, le dije: “Calmada estoy, sólo deseo ser tratada como un ser humano, adolorido y asustado, a la que hasta este instante le ofrecen la inyeccion que usted menciona, deseo la atencion equivalente a mis derechos, además de que deseo saber el nombre de este sujeto”, y me respondió: “ pase usted a urgencias, le inyectaran y el es el Dr. Díaz”.
10. Entre a urgencias casi 4 horas después de mi accidente, me recosté en una cama cómoda y suave, vino una amable enfermera que me inyectó, sin dar tiempo a que vinieran de la farmacia con la medicina, por lo cual le pregunte que me estaba aplicando, respondiéndome “la medicina indicada, cuado la traigan se repone”, después me inyecto por segunda vez “un relajante muscular” y me entrego una caja de analgésicos.
A la salida de urgencias, de lado derecho antes de la puerta, hay una pizarra con frases motivadoras y caritativas, como: “Cada vez que me miras y me ignoras es igual que si me abofetearas”, o algo parecido, en eso entraba la recepcionista con la mirada al piso, y le pregunte. ¿Ya leyó usted esto?, inútil, no me respondió.
11. Al salir me esperaba el medico que le dio movimiento a todo, al que le di las gracias, el extraterrestre me dijo: “Espero que se recupere”, no pude evitar quedármele viendo fijamente a los ojos hasta que se perdió en el oscuro recinto de su zona de descanso.
12. Me pregunto: ¿Si llegaba yo con un infarto? Me hubiera muerto. ¿Si mis actuales hernias se complicaban por los movimientos circenses innecesarios de la primera mesa de rayos X? Ellos no eran responsables.
Si una clínica respetada por su calidad medica es en realidad una mascara de inoperancia y de ineficiencia por los segundones medicos y operativos, ¿No debería volverse mejor un taller mecánico? Si no hubiera tenido el apoyo de un medico amable al inicio, de gente amiga y cariñosa que se quedaron a acompañarme y avalar esta aventura, ¿Que hubiera sido de mi, teniendo que ir 4 veces a la caja y 6 a la farmacia?
¿No se pudo ofrecérseme una cama en urgencias, las que estaban vacías según constaté, en lugar de dejarme sentada en una incomosdisima silla de ruedas.
Pido a gritos: ¡Que regresen los sillones de los años cincuenta, los ladrillos rosados, los médicos humanos, las enfermeras experimentadas!.
Por favor, asignen gente preparada y profesional en el área de emergencias, que incluya preparación en sufrimiento humano, a menos que la Clínica de Mérida ya sea un hospital-escuela y como estrategia dejen a los aprendices en urgencias, si es así, avísenlo: En este hospital el área de emergencias es atendido por estudiantes que no tienen responsabilidad alguna sobre sus actos y que tampoco pueden ser identificados por su nombre ante una eventual responsabilidad; así salvo que tenga un uñero, mejor acudo a otro hospital.
Todos estos hechos son literales, a quienes me conocen saben que soy incapaz de mentir en beneficio propio o perjuicio ajeno.
Espero sinceramente que estas letras lleguen a alguien responsable y con autoridad en dicho nosocomio y que tenga el interés, no solo de remodelar lo estructural sino de remodelar el servicio humano y profesionalizarlo.
Con gusto quedo a sus órdenes para ratificar esta versión de la historia, ante quienes así lo deseen, pues quien nada debe, nada teme. Además tengo 3 testigos.
Siendo que en el caso de que investiguen internamente, uno al otro se taparan, como es lo usual, lamentablemente, en estos casos.
Por favor, asignen gente preparada y profesional en el área de emergencias, que incluya preparación en sufrimiento humano, a menos que la Clínica de Mérida ya sea un hospital-escuela y como estrategia dejen a los aprendices en urgencias, si es así, avísenlo: En este hospital el área de emergencias es atendido por estudiantes que no tienen responsabilidad alguna sobre sus actos y que tampoco pueden ser identificados por su nombre ante una eventual responsabilidad; así salvo que tenga un uñero, mejor acudo a otro hospital.
Todos estos hechos son literales, a quienes me conocen saben que soy incapaz de mentir en beneficio propio o perjuicio ajeno.
Espero sinceramente que estas letras lleguen a alguien responsable y con autoridad en dicho nosocomio y que tenga el interés, no solo de remodelar lo estructural sino de remodelar el servicio humano y profesionalizarlo.
Con gusto quedo a sus órdenes para ratificar esta versión de la historia, ante quienes así lo deseen, pues quien nada debe, nada teme. Además tengo 3 testigos.
Siendo que en el caso de que investiguen internamente, uno al otro se taparan, como es lo usual, lamentablemente, en estos casos.