Pues bien, que es bueno que uno de vez en vez se vea
obligado a bajar al suelo, eso ayuda mucho al ego y a la visión de la vida.
Claro que es de agradecerse que el bajar a esos niveles no
sea tan seguido y no traiga consecuencias tales, que nos permitan recuperarnos
en unos cuantos días, lo que nos deja parar y bajarnos de la vorágine en la que
uno está, o cuando menos, en la que yo estaba, para darle al cuerpo y al
espíritu tiempo de descansar y de reflexionar, en medio de moretones y dolor, más
nada que no sea, insisto, remediable y pasajero, lo justo para tomar
conciencia.
Y es que estas últimas semanas simplemente se juntaron o en
plena inconsciencia permití involucrarme en una serie de actividades que no por
ser valiosas, estimulantes y generadoras de ideas, no por eso dejan de ser
perjudiciales, cuando uno las impone en calidad de tsunami; olvidé que hay que
descansar, que requiero leer algo distinto que no sea para crear más trabajo o
conferencias, incluso, este mismo espacio, ha sido imperdonablemente
descuidado, cosa que enmendaré, pues tema hay mucho y variopinto.
Diré que el porrazo de hecho yo lo pedí, no lo busqué
conscientemente, ni mucho menos lo provoqué.
Mi cuerpo me decía ya estás al límite, y, en lugar de
organizar mis comidas, horario de descanso, horario de esparcimiento y horario
de trabajo, me seguí por la libre, haciendo que mi voluminosa humanidad se
descontrolara, reteniendo líquidos, pasando horas y horas sin alimento alguno,
sintiendo que la vida se me iba sólo de caminar del estacionamiento a mi
oficina.
Esa tarde del miércoles 25 me sentía tan profundamente mal,
que apague la luz de mi cubículo, sintiendo un fuerte dolor de cabeza y viendo
los pasillos llenos de gente tan querida, implore al Ser Supremo: “Si ya es
hora, pues pongámosle nombre al niño; si aún no es hora, detenme, pues no busco
la forma de cómo parar”.
Así que aclaro, Él me empujo, lo suficiente para que me
doliera y me pusiera a reposar, más no tanto como para aumentar mi larga lista
de males físicos provocados o asumidos con profunda resignación.
De que nos vigila, ya lo comprobé; de que cuando le hablamos
con verdadero fervor, en una inminente necesidad, nos escucha, también es
cierto; que cuando lo necesitamos con desesperación acude, es verdad.
Y espero que cuando le agradecí que me haya escuchado, haya
quedado mi mensaje grabado en una especie de mensaje de buzón, para oírme cuando
tenga tiempo, pues sé que ya está atendiendo a otra persona, pues somos tantos
y tan demandantes, que me imagino que su agenda está repleta y sólo se sale de
ella, cuando como yo, le pedimos, “llévame o detenme”.
Gracias Dios.
1 comentario:
PATRICIA DEL SOCORRO ASUNCION CONTRAS QUE NO ENTIENDO ANCONA ... ALIAS PANGO..
PORQUE NO TE CUIDAS¡¡¡ NO PUEDES IRTE ANTES DE QUE ME GRADUE, TENGA HIJOS Y NIETOS SINO QUIEN ME VA A AYUDAR EN TOOODO LO QUE ME FALTA¡¡ TUS CONSEJOS ME DAN UN RESPIRO ASII QUE TE VAS CUIDANDO MAS PORQUE SINO YO MISMA SOY CAPAZ DE VISITARTE 3 VECES AL DIA PARA VER SI YA COMISTE¡¡¡ SI YA CAMINTASTE UN POKITO Y TIRARTE ALGUNOS PAPELITOS CON MAS TRABAJO OIK???
CON MUCHO CARIÑO NO QUIERO Q MUERAS AUN AMIGAAA]¡¡
CUIDATE MUCHIISIIISIIMO ATTE YA SAES KIEN OSEA LA LECTORA NUMERO 4 CREO OSEA JESSICA
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